al rechazo y la persecución política, religiosa y social que viven muchas personas.
Corson afirma que las persecuciones se dan en el mundo por quienes tienen poder y se aprovechan de los más débiles, pero dice que “hostigar a alguien es condenarse a sí mismo a ser perseguido por la fe”.
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“La misma lanza que usamos para perseguir a las personas, la usará Dios para perseguirnos a nosotros”, puntualizó Corson.