Por qué hay mujeres que aceptan ser la amante de un hombre casado, según la psicología
La psicología explica por qué algunas mujeres aceptan un papel que parece imposible de sostener.
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Las relaciones extramaritales siempre generan polémica. Para muchos, la sola idea de involucrarse con una persona que ya tiene pareja es inaceptable; sin embargo, la realidad emocional detrás de estos vínculos es más compleja de lo que parece.
Lejos de ser una decisión simple, aceptar ser la “otra” en una historia de amor implica una combinación de emociones, vacíos y circunstancias que, según la psicología, pueden hacer que algunas mujeres terminen en una relación de este tipo.
Los especialistas en salud mental coinciden en que cada caso tiene su propio trasfondo. No existe una única explicación, pero sí varios factores que se repiten en este tipo de vínculos. Desde la adrenalina que despierta lo prohibido hasta las promesas de un amor imposible, el atractivo de estas relaciones puede resultar tan intenso como dañino.
Uno de los motivos más frecuentes es la fuerte atracción inicial. La conexión física y emocional que se genera con una persona comprometida puede ser tan intensa que desencadena una auténtica adicción. La liberación de hormonas asociadas al placer, como la dopamina, crea una sensación de euforia difícil de abandonar, incluso cuando la razón indica que se trata de una relación sin futuro.
A esto se suma el encanto de lo prohibido. Vivir una historia secreta despierta adrenalina, emoción y una sensación de aventura que, para algunas personas, resulta irresistible. La psicología explica que lo que no está permitido suele percibirse como más atractivo, y esa emoción puede eclipsar las consecuencias reales de la relación.
Otro elemento clave son las promesas que nunca llegan a cumplirse. En medio de la pasión, es común que el hombre casado prometa un futuro juntos o una eventual separación que rara vez se concreta. Estas expectativas mantienen viva la esperanza y prolongan el vínculo, incluso cuando en el fondo ambas partes saben que las posibilidades de una relación formal son mínimas.
La baja autoestima también puede jugar un papel determinante. Las mujeres que dudan de su propio valor o sienten que no merecen una relación completa pueden aceptar un rol secundario por miedo a quedarse solas.
De igual forma, las carencias emocionales pueden llevar a buscar afecto en una relación que, aunque limitada, brinda compañía y validación temporal.
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Finalmente, algunos casos surgen del desconocimiento. No es extraño que la mujer ignore inicialmente que el hombre está casado y, al descubrirlo, decida continuar porque ya existe un vínculo afectivo difícil de romper.
Los psicólogos advierten que, aunque cada historia es distinta, este tipo de relaciones suele estar marcado por expectativas incumplidas y un alto costo emocional. Lo que comienza como una aventura puede convertirse en una experiencia de dependencia y sufrimiento, recordando que la intensidad no siempre equivale a amor verdadero.