Qué significa que una persona se muerda los labios, según la psicología
Un hábito tan común como morderse los labios puede esconder más de lo que parece.
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En apariencia, morderse los labios puede parecer un simple gesto nervioso o una manía pasajera. Sin embargo, para los expertos en salud mental este hábito puede ser mucho más que un reflejo casual.
La psicología advierte que, dependiendo de su frecuencia e intensidad, esta conducta puede convertirse en una señal de alerta que revela tensiones internas o incluso trastornos que requieren acompañamiento profesional.
Dermatólogos y psicólogos coinciden en que el acto de morderse los labios de manera reiterada se conoce como Morsicatio Buccarum, una conducta que, en sus casos más leves, se manifiesta en momentos de estrés, ansiedad o concentración extrema.
Aunque la mayoría de las personas lo hace de manera inconsciente, el hábito funciona como una válvula de escape: el pequeño dolor físico genera una sensación de alivio momentáneo que distrae del malestar emocional.
Cuando esta práctica es esporádica no representa mayores riesgos, pero su repetición constante puede dar paso a heridas, llagas o inflamaciones que abren la puerta a infecciones.
En estas situaciones, los especialistas hablan de dermatofagia, un trastorno que forma parte de los llamados comportamientos repetitivos centrados en el cuerpo, categoría en la que también se incluyen hábitos como morderse las uñas, arrancarse el cabello o pellizcarse la piel.
Barbara O. Rothbaum, profesora de psiquiatría de la Universidad de Emory, señala que este tipo de comportamientos suelen tener un trasfondo emocional y se refuerzan con el tiempo.
“Cada vez que la persona está estresada o ansiosa, aumenta la probabilidad de repetir la acción, lo que termina creando un patrón difícil de romper”, explica la especialista. Además de las heridas físicas, quienes lo padecen pueden experimentar vergüenza, aislamiento social o dificultad para concentrarse en otras actividades.
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El manejo de este hábito requiere una estrategia integral. En el plano físico, se recomienda tratar las lesiones para evitar infecciones o cicatrices.
En el ámbito psicológico, la terapia cognitivo-conductual ayuda a identificar los detonantes y a sustituir la conducta por acciones más saludables, como ejercicios de relajación o técnicas de respiración. En algunos casos, los profesionales de la salud pueden apoyar el proceso con medicación para controlar la ansiedad.
Aunque casi todos han mordido sus labios en algún momento de nervios o tensión, cuando la conducta se vuelve frecuente y dolorosa deja de ser un gesto inofensivo. Reconocer el problema a tiempo y buscar ayuda especializada es clave para evitar complicaciones y recuperar el equilibrio emocional.