¿Por qué se asocian las emociones con colores? Esta sería su personalidad según su color favorito
La comunicadora social y docente Alejandra Quintero explicó cómo los colores influyen en nuestras emociones, las decisiones que tomamos y por qué esas asociaciones se construyen desde la infancia.
Sentir no es solo algo que pasa por dentro: también se expresa en lo que vestimos, en los espacios que habitamos y en los colores que elegimos casi sin pensarlo. Cada emoción parece tener un tono propio, uno que nos acompaña, nos calma o nos enciende, dependiendo del momento de la vida que estemos atravesando.
Foto creada con IA Léxica.
Aunque muchas veces se asocian solo con lo estético, los colores influyen en cómo nos sentimos y en cómo nos perciben los demás. Pero, ¿por qué ciertos tonos nos atraen más que otros? ¿De dónde vienen esas asociaciones entre color y emoción?
La comunicadora social y docente Alejandra Quintero, especialista en gerencia de recursos humanos y magíster en administración de empresas, explicó que esta relación tiene bases psicológicas, culturales y emocionales: “Los colores afectan nuestras emociones, estados de ánimo, pensamientos y comportamientos. No es casual que un color nos genere calma y otro nos active”.
La psicología del color: más que una percepción visual
Según Quintero, existe un campo de estudio conocido como psicología del color, que analiza cómo los tonos evocan respuestas emocionales conscientes y fisiológicas. “Cuando vemos una marca, un logo o entramos a un espacio, sentimos algo antes de pensar. Esa reacción está mediada por el color”, señaló.
Colores
Foto: Pexels
Colores como el rojo suelen asociarse con energía, alerta y pasión; el azul, con calma y serenidad; y el verde, con equilibrio y renovación, en gran parte por su relación con la naturaleza. Estas asociaciones, explicó la experta, no surgen al azar.
Lo que aprendimos desde pequeños a sentir con los colores
Para Quintero, gran parte del vínculo entre color y emoción se construye desde la infancia. “Desde chiquitos nos enseñan que el amarillo es el sol, que da alegría; que el gris es un día nublado, más triste; que el rojo es peligro o calor. Esas asociaciones se quedan en nuestra cabeza y se refuerzan con el lenguaje y la cultura”.
Niños referencia
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Expresiones como “ponerse rojo de la rabia” o “ver todo gris” no solo describen emociones: también las fijan simbólicamente. Con el tiempo, estas ideas se consolidan y comienzan a influir en nuestras decisiones cotidianas, incluso sin que seamos conscientes de ello.
Lo que comunicamos sin decir una palabra
Aunque algunas asociaciones son comunes, Quintero aclaró que la relación con los colores no es fija ni universal. “Depende mucho del momento de vida, del estado emocional y de lo que cada persona esté sintiendo. Hay días en los que uno necesita colores suaves y otros en los que busca tonos fuertes que expresen seguridad o empoderamiento”.
Por eso, un color como el negro puede representar luto y tristeza para algunos, pero elegancia y poder para otros. Lo mismo ocurre con el blanco, que puede transmitir pureza, calma o sencillez, según el contexto y la intención.
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Más allá de la ropa, los colores también influyen en espacios, presentaciones y entornos. “Si quiero que alguien se concentre en información importante, es mejor usar colores claros y limpios. Pero si quiero generar alerta o atención inmediata, el rojo o el amarillo funcionan mejor”, explicó la experta.
Para Quintero, la clave está en preguntarse no solo qué nos gusta, sino qué queremos transmitir: calma, cercanía, autoridad, alegría o advertencia. “El color comunica antes de que hablemos. Por eso es tan poderoso”.