En su reflexión dominical, monseñor Rafael de Brigard invitó a abrir el corazón a la escucha profunda de la Palabra de Dios, recordando que la verdadera conversión comienza cuando dejamos que el Señor nos hable al alma.
Citando el Salmo 50, oró: “Misericordia, Dios mío, por tu bondad; crea en mí un corazón puro”, subrayando que un corazón humilde y quebrantado nunca es despreciado por Dios. Escuchar con atención, en silencio y con humildad, es el primer paso para permitir que la gracia divina transforme nuestra vida.
El evangelio de Lucas 15, que narra las parábolas de la oveja y la moneda perdidas, revela a un Dios que busca incansablemente al pecador, no para condenarlo, sino para rescatarlo. “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión.
Escuche aquí la reflexión completa