Evangelio de hoy: 13 de enero de 2023
Conozca el evangelio y la palabra de Dios de este sábado, 13 de enero.
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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,13-17):
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió. Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos: «¡De modo que come con publicanos y pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
Lectura del día
Lectura del primer libro de Samuel (9,1-4.17-19; 10,1a):
Había un hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Becorá, hijo de Afiaj, benjaminita, de buena posición. Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba.
A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl: «Llévate a uno de los criados y vete a buscar las burras.»
Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca de Benjamin, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó: «Ése es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo.»
Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo: «Haz el favor de decirme dónde está la casa del vidente.»
Samuel le respondió: «Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano; hoy coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas.»
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo: «El Señor te unge como jefe de su heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los enemigos que lo rodean.»
Palabra de Dios
Reflexión
En este pasaje del Evangelio según San Marcos (2,13-17), encontramos una escena que revela la misericordia y la compasión de Jesús hacia aquellos considerados pecadores y marginados por la sociedad de su tiempo. Jesús, al salir a la orilla del lago, se encuentra con Leví, también conocido como Mateo, quien trabajaba como recaudador de impuestos, una ocupación despreciada y vista como colaboracionista con el ocupante romano.
La llamada directa de Jesús a Leví, diciéndole simplemente "Sígueme", es un poderoso recordatorio de la capacidad transformadora de la gracia divina. Leví responde de inmediato, levantándose y siguiendo a Jesús. Este gesto revela la prontitud de la respuesta a la llamada del Señor, incluso por parte de aquellos que son percibidos como pecadores y alejados de la tradición religiosa.
En la escena siguiente, Jesús se encuentra en la casa de Leví, rodeado por un grupo de publicanos y pecadores que se sientan a la mesa con Él y sus discípulos. Este acto de compartir la comida con aquellos considerados socialmente impuros provoca la crítica de los escribas fariseos, quienes cuestionan la elección de Jesús al asociarse con tales personas.
La respuesta de Jesús es reveladora y profundamente compasiva: "No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". Con estas palabras, Jesús destaca su misión como Salvador y Redentor de aquellos que reconocen su necesidad de curación espiritual. La invitación de Jesús es para todos, independientemente de su pasado o condición social, y su deseo es acercarse a aquellos que reconocen su necesidad de perdón y transformación.
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Esta narrativa nos invita a reflexionar sobre nuestra actitud hacia aquellos que pueden ser marginados o considerados fuera de los límites de la gracia divina. La enseñanza de Jesús nos recuerda que todos somos pecadores en necesidad de su misericordia, y su llamado es para cada uno de nosotros, independientemente de nuestro pasado. Que esta reflexión inspire a todos a acoger la gracia de Jesús y a compartir su amor y compasión con aquellos que necesitan experimentar su sanación y perdón.
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