Regresa el furor de la clonación de caballos: este es el método que usan en Argentina
Tres de las cinco empresas que se dedican a la clonación de caballos a nivel global tienen sede en territorio argentino.
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Argentina no solo brilla en las canchas de polo, sino también en los laboratorios. El país sudamericano, reconocido mundialmente por su liderazgo en este deporte, se ha posicionado como un actor clave en el desarrollo biotecnológico aplicado al mundo equino. Tres de las cinco empresas que se dedican a la clonación de caballos a nivel global tienen sede en territorio argentino, consolidando así una industria en auge que, si bien promete beneficios deportivos y reproductivos, también levanta voces críticas por sus implicaciones éticas.
La clonación equina se ha convertido en una herramienta poderosa para preservar la genética de animales excepcionales, ya sea por su rendimiento en competencias o por su capacidad reproductiva. Nicolás Mucci, director de la firma Clonargen Biotech, lo resume de manera clara: “Este proceso permite replicar las cualidades genéticas de caballos de gran valor. Es una forma de mantener vivo su legado”. Según Mucci, hay incluso quienes aseguran que los clones parecen arrastrar un "aprendizaje preexistente", aunque este punto aún despierta debate entre los expertos.
Desde el punto de vista técnico, el proceso es complejo pero cada vez más preciso. Se parte del material genético del ejemplar a clonar, el cual se introduce en un óvulo previamente vaciado de su núcleo. Una vez generado el embrión, este se implanta en una yegua que cumple la función de madre gestante. El potrillo nace tras una gestación natural de 11 meses. Posteriormente, se lo traslada a un centro de neonatología, y finalmente al campo, donde se cría hasta ser entregado a su nuevo propietario.
Julieta Mertian, jefa del Banco Genético, defiende los beneficios a largo plazo de este tipo de prácticas. “A veces se dice que la clonación no representa un avance genético, pero sí lo es. Nos permite traer al presente a reproductores que existieron hace décadas y cruzarlos con yeguas actuales que siguen siendo fértiles”, explica. Esto amplía las posibilidades de mejora genética, especialmente en una industria tan exigente como la del polo.
Pero más allá de sus promesas científicas y comerciales, la clonación equina está envuelta en interrogantes que no siempre son fáciles de responder. Uno de los principales malentendidos que persiste es la idea de que el animal clonado es exactamente igual, en comportamiento y habilidades, al original. En realidad, se trata de una copia genética, pero las experiencias de vida y el entorno seguirán siendo determinantes en su desarrollo.
Este terreno híbrido entre la ciencia, la ética y la cultura plantea nuevos desafíos. Las imágenes de ciencia ficción que en el pasado se asociaban a la clonación han dado paso a debates reales y tangibles, alimentados por avances tecnológicos concretos. Si bien algunos sectores del público y de la comunidad científica ven este desarrollo como un paso lógico en la evolución de la biotecnología, otros cuestionan su moralidad, especialmente cuando los límites entre lo natural y lo artificial comienzan a desdibujarse.
En definitiva, Argentina no solo es cuna de campeones en el campo de juego, sino también en el laboratorio. La clonación equina, con sus promesas y controversias, ha regresado para quedarse.