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La procesión de los flagelantes es uno de los actos religiosos más tradicionales del Viernes Santo en el departamento del Atlántico. Decenas de feligreses del municipio de Santo Tomás cumplen la tradicional práctica considerada por algunos, un tipo de 'devoción extrema'.
Elvia Herrera es una de las flagelantes que desde hace 3 años golpea la parte baja de su espalda con bolas de cera por las vías de Santo Tomás. La mujer asegura que, con esta práctica, paga a Dios la 'manda' por recuperar la vida de su sobrino de 3 años, quien, al momento de su nacimiento, le fue detectada una isquemia cerebral.
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Bajo una temperatura de más de 30 grados centígrados, Herrera camina descalza, por aproximadamente 2 horas, las polvorientas calles del municipio con un velo que cubre su rostro y una falda blanca que representa las épocas de sacrificio.
"Con siete bolas de cera me doy debajo de la espalda como dos horas. Los flagelantes caminamos desde aquí del Monte hasta cuando llego a la cruz. Hasta el momento, he resistido la temperatura de 32 grados porque Dios permitió la recuperación de mi sobrino", aseguró la flagelante.
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Así como Elvia, decenas de flagelantes cumplen la procesión recitando en todas las estaciones las oraciones de la fe cristiana para pedir por la salud de sus familiares.
Sin embargo, otros feligreses conmemoran la crucifixión y muerte de Jesucristo con el Santo Rosario y un Viacrucis que se desarrolla al interior de los templos religiosos.
Los actos litúrgicos continúan esta tarde en las diferentes parroquias de la ciudad con la Celebración Litúrgica de la Pasión de Jesucristo y el Sermón de las 7 palabras.
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