Los cortejos fúnebres se abren paso enLa Mojana sucreña entre aguas oscuras. Así pasó en el entierro de Adele Requena, donde asistieron sus amigos y familiares con botas pantaneras porque el agua les daba por las rodillas y no querían que la despedida dejara sarpullidos en la piel.
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Ni los perros se asomaron a ladrar, porque enSucre -Sucre solo queda seca la calle Murcia y esa es donde se refugian ahora los canes. Por lo menos 10 de ellos se apostan día y noche a lamerse las heridas de un invierno que ya deja 63.000 damnificados en este departamento. Darío Méndez se mudó a esa calle con su madre para refugiarse del agua igual que los perros.
"Yo me tuve que mudar con mi mamá porque nuestra casa está inundada, pero también se vinieron los perros, que uno los ve como agotados de tanta agua", indicó.
El padre Freddy Romero, sacerdote de la iglesia de Sucre - Sucre, ora con su comunidad en medio de la tempestad, porque cuando llueve cualquier sitio se vuelve punto de oración, pues las leves lluvias han arrastrado fuertes vientos que sacude las casas como barquitos de papel.
"Un 80% del municipio está inundado y la gente tiene mucha necesidad. Todo el mundo anda en canoa y prácticamente no hay zonas secas", expuso el líder religioso.
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La humedad no llega sola. Las enfermedades por las aguas estancadas necesitan remedios y la contaminación por el mercurio se extiende como enemigo invisible; mientras que las ayudas parecen cada vez más lejanas.
"El gobierno debe darse cuenta de lo que estamos viviendo. Nos están dejando solos y esto está a punto de desaparecer", manifestó Julio Pérez, campesino desde La Mojana , quien espera que su grito de auxilio no termine ahogado como todo lo demás.
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