“Empezó la paridera”: editorial de Ley del Montes junio 17
Editorial de Óscar Montes en Vive Barranquilla.
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Cuando el furibundo hincha del Junior exclamó, luego de que el equipo amado empatara con el Medellín en Barranquilla, que “empezó la paridera”, lo que en realidad quiso decir fue que comenzó el suplicio, la angustia, el tormento, la tortura, el martirio, la pena, el padecimiento. En otras palabras, empezó la paridera. Ustedes que son hinchas del Junior saben a lo que me refiero.
La paridera son las horas previas al parto. Curiosamente, en Barranquilla y por cuenta del Junior, los hombres y las mujeres sufren por igual de paridera, no es una cuestión de género. A esta hora en Rebolo, Sevillar, Boston y La Chinita, entre otros barrios, hay más de un varón de pelo en pecho, comiéndose las uñas por cuenta de que este domingo en Medellín el equipo de Alexis Mendoza, podría coronarse campeón por octava vez en su historia.
Durante la paridera –es decir, durante las horas previas al partido- ningún hincha del Junior puede dormir tranquilo. Se desvela como un condenado a muerte. Da vueltas en la cama. Repasa una a una, todas las jugadas del partido que pasó y vuelve a maldecir los errores de Carachito Domínguez y las malas entregas de Iván Vélez. Y –claro- maldice hasta los goles que se comió Toloza, aunque Toloza sólo haya jugado 15 minutos en el último partido.
El hincha juniorista se imagina –despierto, claro- un gol de Ovelar y otro de Vladimir Hernández y una tapada salvadora de “San Viera” en el último minuto. Todo ello mientras una sonrisa pícara se dibuja en su cara desvelada. Algunos, como el profesor Alfredo Sabbagh, ensayan el baile de Narváez y el saltico del Pibe Valderrama.
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La paridera es –si se quiere- el estado natural de los hinchas del Junior en todas las finales del campeonato de fútbol. Los seguidores del equipo saben muy bien que no hay estrella sin sufrimiento, como no hay parto sin dolor. La paridera juniorista terminará este domingo en el estadio Atanasio Girardot. Después del partido contra el Medellín se sabrá si la paridera valió la pena o si fue una frustración más para los hinchas del Junior.
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En últimas, la paridera es la explicación perfecta a la frase que me lanzó ayer un taxista barranquillero cuando le pregunté: ¡Ajá mi hermano, ¿cómo va la vaina? –Aquí mi llave, pariendo con este Junior. Y no es el único.