"Pataleos de ahogado de Maduro": editorial de Ley del Montes junio 1 de 2016
A propósito de la respuesta que el presidente de Venezuela Nicolás Maduro dio a Almagro, Óscar Montes cuestiona si en realidad no se trata de una "pataleta de ahogado".
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“Señor Almagro, métase su carta democrática por donde le quepa. ¡Venezuela se respeta!”. En esos términos impublicables y groseros se refirió Nicolás Maduro a la decisión del secretario general de la OEA, Luis Almagro, de activar la llamada Carta Democrática de ese organismo internacional, en un afán por preservar la poca institucionalidad que el régimen chavista no ha pisoteado en el vecino país.
Maduro mostró una vez más su talante déspota y antidemocrático, pues la Carta Democrática de la OEA no es más que un valioso instrumento jurídico que tiene dicho organismo para la preservación de la institucionalidad en países donde el propio sistema democrático se encuentre comprometido, como ocurre en Venezuela.
El cinismo de Maduro lo lleva a condenar la “intervención extranjera en los asuntos internos de Venezuela”, cuando si hay un gobierno intervencionista y violador de la soberanía de los demás países ese no es otro que la Venezuela de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro. ¿O no fue esta Venezuela del ex canciller Maduro la que esgrimió la misma Carta Democrática que hoy repudia para meterse en los asuntos internos de Honduras? ¿No es la misma que absuelve a aquellos gobiernos de otros países que se muestran dóciles con sus arbitrariedades?
“El señor Almagro ha presentado un documento pidiendo que se intervenga Venezuela desde el exterior y se nos aplique una entelequia llamada la Carta Democrática para abrirle las puertas a una intervención gringa en Venezuela”, vociferó Maduro, luego de conocer el pronunciamiento del Secretario General de la OEA.
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Al convocar a un consejo permanente de los Estados miembros, la OEA lo que busca es encontrarle una salida institucional y jurídica a la grave crisis que atraviesa Venezuela. Así de simple. No es intervencionismo, como piensa Maduro, sino el cumplimiento de normas aceptadas por los países que integran la OEA y que rigen desde más de 15 años.
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De manera que la OEA no le está abriendo las puertas a una intervención gringa. Todo lo contrario: le está cerrando las puertas a un régimen autoritario que abusó del poder, acabó con las instituciones y violó todos los derechos de la oposición venezolana. Esa es la única realidad. El bochinche de Maduro no es más que puros pataleos de ahogado.