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Según el informe de la ONU en Nariño hay 43.000 hectáreas de coca, es decir, más del 25 por ciento de la que hay en Colombia.
Allí, la Policía Antinarcóticos tiene 11 compañías de erradicación con 791 uniformados dedicados a arrancar el problema de raíz. A ellos se suman 26 pelotones del Ejército con 780 soldados y 21 grupos móviles de erradicación que son campesinos contratados para ello.También 22 perros entrenados y técnicamente 3 drones de aspersión aérea y un vehículo Oruga.
Se dice
“técnicamente” porque la sofisticada ‘Oruga’, o vehículo táctico de aspersión que fue presentado como el avance tecnológico para agilizar el proceso de erradicación, no funcionó.“Se encontraron debilidades y falencias. Se están haciendo los ajustes porque terminó siendo un equipo muy bueno para aplicación en cultivos legales no donde haya obstáculos como minas, árboles grandes o terreno montañoso”, le dijo a BLU Radio el coronel José Roa, jefe de erradicación de la Policía Antinarcóticos.
El coronel además reveló que el 15 de diciembre la Policía presentará los resultados finales del uso de drones para que la Anla, como autoridad ambiental, defina si autoriza o no su uso. En ese momento el Ministerio de Defensa debe definir el futuro de este equipo.
Más allá de los problemas con el uso de estas tecnologías, BLU Radio conoció que los resguardos indígenas se convirtieron en el nuevo problema para la erradicación.
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De las 43.000 hectáreas de coca que hay sembradas en Nariño, en Tumaco hay 19.517, de las cuales, 7.676 están en resguardos indígenas, sin que la Fuerza Pública pueda intervenir.
“Es hoja de coca que se convierte en cocaína para los grupos ilegales que se aprovechan de la protesta indígena para sembrar, raspar y procesar. Es una situación muy compleja porque además hemos identificado que civiles están en esos territorios ancestrales en los que no podemos tener control”, añadió el coronel Roa.
En la zona de erradicación, los resguardos con más hoja de coca sembrada son Piaguambí Palangala e Inda Zabaleta.
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A ese problema con los indígenas que no se unieron al programa de erradicación voluntaria de cultivos se suman las minas. “Son el principal obstáculo. Este año van cuatro militares y un policía muertos por esos artefactos ubicados en campos con hoja de coca, además, 33 resultaron heridos de los cuales 20 son policías, tres del Ejército y diez civiles”, dijo el coronel Roa.
Según se pudo establecer, en el 2018 la meta de erradicación en Nariño es de 11.250 hectáreas, hoy va en el 64 por ciento, pero sin que se tengan cálculos de resiembra.
“Uno erradica aquí, lo mandan a otro lado y a la semana, cuando vuelve a pasar, lo que limpiamos otra vez tiene coca”, dijo uno de los erradicadores.
Entre el Ejército y la Policía en 2018 se han destruido 256 laboratorios de base de coca y clorhidrato de cocaína, podrían ser más, pero muchos están construidos en resguardos indígenas.
Finalmente, los mosquitos transmisores de leishmaniasis y paludismos son el otro gran enemigo para los erradicadores.
En 2018, a 38 policías les ha dado leishmaniasis en Nariño, la misma enfermedad a 21 militares y a 7 civiles erradicadores. Con el paludismo la cifra es igual de preocupante: van diez policías, nueve soldados y un civil. Esa es la amenaza natural que tiene en jaque la erradicación en Nariño.
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