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Hacer dieta no lo salvará de pagar el impuesto a los ultraprocesados, ¿por qué?

Yogurt sin azúcar o maní sin sal tendrán que pagar 10 % más. Le contamos el porqué este impuesto no solo afecta el mecato, sino también el mercado.

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Alimentos ultraprocesados, referencia //
Fotos: AFP

¿Es usted de los que se cuida y busca productos saludables en el supermercado? ¿Piensa que sus comidas sin sal o sin azúcar se salvan de la reforma tributaria? Pues se equivoca. Casi todos los alimentos que pasen por la industria tendrán que pagar el impuesto del 10 % y además no hay opciones para que la industria mejore las fórmulas. Todo por cuenta de un error en la redacción del texto aprobado en primer debate.

Se dice que es un error porque la intención de los congresistas no era esa. Según las justificaciones de la ponencia, su idea era limitar los productos sujetos al impuesto “a aquellos con cantidades de sodio, azúcares y grasas que superen unos umbrales específicos”, pero el artículo quedó mal redactado.

“Como quedó redactado el texto, por el perfil de nutrientes todos los productos de la misma categoría terminan pagando sea o no alto en azúcar, sea o no alto en grasas saturadas, tenga o no tenga sodio”, explicó a Blu Radio el presidente de la Cámara de Alimentos de la Andi, Camilo Montes.

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Esto hace que queden incluidos productos que pueden considerarse como saludables. Por ejemplo, las verduras en lata, las papas congeladas para hacer en casa, el yogurt sin azúcar, el queso, el chocolate de mesa (aunque no tenga azúcar), el maní y hasta la avena en hojuelas o barras de cereal en algunos casos.

La Cámara de Alimentos calcula que pasamos de 18 productos en el texto original a más de 50 con la nueva redacción.

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¿Y por qué no hacen mejores productos?

“El límite como está establecido en el texto aprobado no permite la reformulación porque establece cuánto aporta cada uno de los nutrientes al total de las calorías. Quiere decir que si se reformula el producto pues también se están bajando las calorías totales”, agregó Montes.

De hecho, la única manera de reformular y ahorrarse el impuesto sería aumentar el total de las calorías del alimento para diluir el porcentaje de grasas, sodio o azúcares.

Otros productos tienen ‘grasa natural’ que no se puede eliminar en la forma en que establece la fórmula. Por ejemplo, no se le puede quitar la grasa natural del cacao al chocolate de mesa, ni las grasas de los frutos secos al maní.

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