"Me puse el nombre de Buenaventura en la frente": Yuri Buenaventura
se refirió a su vínculo con Buenaventura, la influencia de la salsa urbana, las desigualdades del Pacífico colombiano y el amor hacia su madre, a quien dedicó emotivas palabras y una canción cargada de gratitud.
El maestro Yuri Buenaventura vuelve a ponerle voz al alma del Pacífico colombiano. En entrevista con Néstor Morales para Mañanas Blu, el reconocido cantante habló sobre su nuevo álbum, Ámame, grabado en Nueva York, un trabajo que marca un punto de inflexión en su trayectoria musical: un disco íntimo, emocional y lleno de reflexiones sobre el amor, la identidad y la espiritualidad.
“El álbum es parte de un proceso de enamoramiento y desamor. Cuando estamos enamorados dos, es muy bonito. Cuando uno ama a alguien que no lo ama, es un poco más duro”, confesó Buenaventura, dejando ver la transparencia de un artista que vive sus canciones como capítulos de su propia vida. El nuevo proyecto de Yuri, compuesto íntegramente en español, explora los matices del amor a través del bolero y la salsa, géneros que para él son más que estilos musicales: son lenguajes de vida. En el tema Morir de Amor, el artista rinde homenaje al sentimiento universal que lo ha acompañado desde sus inicios: la pasión por el amor y la música.
Un hombre entre dos mundos: el amor, la fe y el choque cultural
Durante la conversación, Yuri Buenaventura reveló aspectos personales de su vida amorosa con una mujer francesa, con quien mantiene una relación de 13 años marcada por los contrastes entre la fe y la razón.
“Es más el tema de ser agnóstico con alguien de fe”, explicó.
Su relación, según él, ha sido un vaivén entre la distancia y la reconciliación: “Nos separamos un tiempo, después cuando voy de gira volvemos”. Un reflejo del propio ritmo de su música: sincopada, impredecible, pero siempre con un fondo de amor y esperanza.
“Yo estoy muy cerca de Buenaventura y de mis padres, y los valores familiares nuestros son cuidar a los padres. Así somos en Colombia”, dijo con orgullo.
Buenaventura: el nombre, la herencia y la deuda histórica
Uno de los momentos más profundos de la entrevista fue cuando el cantante explicó el origen simbólico de su nombre artístico:
“Me puse el nombre de Buenaventura en la frente justamente por eso”, afirmó. Esa declaración resume la esencia de un artista que lleva su tierra como bandera. Para él, Buenaventura no es solo un lugar geográfico, sino una metáfora de resistencia, dignidad y talento empírico.
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En Buenaventura la primera universidad se creó en 1986, cuatro siglos después de la primera en Bogotá. Es normal ese desfase
reflexionó.
Su discurso, más allá del arte, es una denuncia poética sobre la desigualdad estructural del país: un llamado a reconocer el potencial del Pacífico colombiano, que históricamente ha sido marginado del desarrollo.
Nosotros somos una república que está buscando cómo caminar en un solo sentido. Mientras tanto, hay unos abismos
agregó.
La salsa como lenguaje de identidad y resistencia
En su diálogo con Blu Radio, Yuri Buenaventura reafirmó su visión de la salsa como una expresión urbana y colectiva. Recordó la influencia de Bogotá en el desarrollo del género, destacando a figuras como Jairo Varela y Alexis Lozano, quienes “al vivir en la urbe, le dieron a la salsa una lectura más urbana”.
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“Cuando hay tanta lucha en la urbe, el ser humano va cogiendo una dinámica urbana, pero una especie de solidaridad interna. Y la salsa es ese lenguaje”, señaló. Esa perspectiva reafirma la idea de que la salsa es más que un ritmo: es una forma de resistencia y afirmación cultural. Para Buenaventura, la conexión entre las ciudades del mundo —Bogotá, Nueva York, París— refleja la universalidad de la música latina y su poder de unir identidades fragmentadas.
“El arte pertenece a los pueblos”
El intérprete de El Guerrero también abordó la polémica que rodeó a esa canción, malinterpretada por algunos sectores políticos. “Cuando uno escribe una canción, la canción ya no le pertenece a uno. La canción le pertenece al que ama la canción, a los pueblos”, afirmó con serenidad.
Esta visión del arte como bien colectivo sintetiza su postura frente al oficio musical: la creación no como un acto de propiedad, sino de entrega. Buenaventura se asume no solo como intérprete, sino como mensajero espiritual de su tierra.
Yo a veces me siento casi que hasta chamán porque hay una espiritualidad en el Pacífico
expresó.
Yuri Buenaventura
Foto: Blu Radio
Madre y patria: el amor que no se olvida
La entrevista culminó con un momento profundamente emotivo. Buenaventura habló de su madre, Doña Mary, a quien le dedicó la canción Madre. Su voz se quebró al recordar los sacrificios de esa mujer que lo crió con fe y sin rencores:
“Yo me di cuenta de que éramos pobres a los 17 años. Cuando hay tanto amor, uno ni siquiera sabe que es pobre”, relató. Entre lágrimas, el cantante dedicó sus últimas palabras a ella y a todas las madres del país: “Nuestra madre, eso es importantísimo. La fe que sembró en mí, la fe en Dios, la fe en la vida”.
Cerró la entrevista cantando a capela un fragmento de La patria, recordando que el amor y la educación son las verdaderas formas de construir nación: “La patria es una niña chiquita, hay que educarla, hay que alimentarla, hay que acompañarla.”
Un mensaje que trasciende el escenario
A sus más de tres décadas de carrera, Yuri Buenaventura sigue siendo un puente entre el arte y la conciencia social. Su voz, cargada de historia, reivindica la dignidad de un pueblo que canta para no olvidar. Y como él mismo dice, con el orgullo de quien lleva su origen tatuado en el alma: “Yo no me fui de Buenaventura… Buenaventura vive en mí”