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La historia de la primera reclutada por las Farc: violación, abortos y fusilamiento de menores

El llanto de los 5.252 menores reclutados ilícitamente por las Farc.

Farc / Foto / Referencia AFP
Farc / Foto / Referencia AFP
LUIS ROBAYO/AFP

BLU Radio conoció en exclusiva el informe que envió la Fiscalía a la Justicia Especial para la Paz sobre la ‘vinculación y utilización de niñas, niños y adolescentes (NNA) por parte de las Farc’, que no es otra cosa que el reclutamiento ilícito por parte del extinto grupo guerrillero y que muestra fenómeno sistemático de reclutamiento, abuso sexual, abortos forzados y fusilamiento a menores de edad que tenían la intención de desertar.

Dice el informe que la vinculación y utilización forzada de niños niñas y adolescentes fue un fenómeno criminal constante en la historia de las Farc, que se remonta a comienzos de los años 70.

Se convirtió en una estrategia funcional a sus objetivos políticos militares que continuamente requerían el engrosamiento de las filas, en ocasiones el grupo guerrillero apeló directamente a la violencia física y a las amenazas hacia los menores y sus familias, pero, en otros casos, las Farc también se aprovecharon de la inmadurez de los menores y las difíciles condiciones socioeconómicas y familiares que atravesaban, haciendo uso de estrategias persuasivas y de engaños para lograr su incorporación. En cualquier caso, la vinculación de menores fue un hecho violento que siempre tuvo latente la amenaza de fusilamiento aquellos que consideraran desertar.

La denuncia más antigua registrada en los sistemas de la Fiscalía es de 1973, aunque otras fuentes, por ejemplo, dispositivos incautados en operaciones militares, evidencia en casos que no se encuentra en reportados a la fiscalía.

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EL RELATO DE LA PRIMERA MENOR RECLUTADA POR LAS FARC EN 1973

Ocurrió en la vereda El Filo del municipio de La Esperanza, Norte de Santander, una menor de catorce (14) años se convirtió en la primera víctima registrada de “vinculación y utilización” de NNA atribuido a las Farc. Según el relato presentado por la propia víctima:

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“(...) Para la época de los hechos yo tenía 14 de edad vivía con mis taitas (...) en una finca llamada el sapito ubicada en la vereda El Filo, del municipio La Esperanza, Norte de Santander, de propiedad de mi padre. Yo era la única hija mujer. En el año 1973, no recuerdo la fecha exacta fui reclutada por la guerrilla. Ese día siendo las diez de la mañana yo me dirigía a la finca de Alfonso Torrado (...) yo me fui en compañía de Alexander un sobrino (...) Al llegar a la finca había unos 50 hombres que vestían de uniforme color verde, portaban armas largas y cortas, cuchillos y machetes. Al llegar me dijeron que me tenía que ir con ellos. Ese día me reclutaron a mí junto con otras dos niñas que se encontraban en la casa (...) las dos eran de mí misma edad de 14 años. A mi sobrino Alexander de 10 años de edad lo dejaron en la finca (...)”.

Dice el ente acusador que, una vez ingresó a las filas de las Farc, la menor fue víctima de malos tratos, jornadas extenuantes y una precaria alimentación. Pese a su corta edad, recibió entrenamiento militar y se enfrentó con el Ejército en combates. Adicionalmente, la niña sufrió problemas de despersonalización asociados al cambio de nombre al ingresar al grupo, lo que le acarreó secuelas físicas y psicológicas al no poder aceptar su nueva identidad.

En sus palabras: “recuerdo que nos llevaron caminando durante casi cinco días hasta un sitio llamado Las Antenas ubicado cerca al páramo (...) me dieron un uniforme verde y me lo tenía que poner todos los días, me dieron cinco granadas, un fusil y una pistola con proyectiles, yo recibí entrenamiento para disparar (...) Me tocaba prestar guardia al comandante, me pusieron el alias de ‘Karina’ así era como me llamaban esos hombres. Me decían que tenía que entender al llamado de ‘Karina’ que si no lo hacía me encenderían a pata (...) Yo recibí entrenamiento para disparar. Siempre me decían que, si no era capaz de disparar, ellos lo harían contra mí para que me tragaran los chulos del Ejército. Siempre me trataban a las patadas, me tocó recibir entrenamiento, me ponían a marchas de media hora. La alimentación era sardinas con arroz, a mí no me gustaba y me tocaba aguantar hambre porque era lo único que había (...) Un día, no recuerdo la fecha exacta, íbamos caminando por el Páramo de la Rebelión cuando el Ejército nos empezó a disparar. Yo en ese momento tiré el fusil y salí corriendo, caí a un hoyo en el que quedé atrapada sin poder respirar allí duré como hasta media noche (...)”.

Añade el informe que, como integrante de la guerrilla, la menor no solo sufrió las condiciones aterradoras propias de la guerra, sino que también fue víctima de violencia sexual por parte de los comandantes e integrantes del grupo:

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“(...) Me obligaban a dormir con el comandante llamado alias ‘Cruz’, así le decían. Este hombre me manoseaba, y me obligaba a tener relaciones sexuales que, si no lo hacía me asesinaba, me hacía desnudar toda. Como me resistía me golpeaba, me daban pastillas para no quedar embarazada, me obligaba a tener sexo por el recto y la vagina, me obligaba a que lo masturbara con la boca y lo hacía delante de los demás hombres, los cuales se burlaban todo el tiempo. Fui violada por este comandante durante todos los días una o dos veces al día. Durante los seis meses que estuve reclutada me convirtió en su mujer, a las otras dos niñas también las obligaron a estar con el comandante y otros de ellos (...) Cuando el comandante no estaba me tocaba tener relaciones sexuales con los otros hombres del grupo, a uno de ellos le decían alias ‘William’, otro alias ‘Cuchumino’ no recuerdo los alias de los otros hombres (...) Recuerdo que luego que fui accedida por el comandante empecé a presentar sangrado durante quince días, yo nunca había tenido relaciones sexuales con un hombre, ellos me dieron medicamentos porque presenté inflamación vaginal, me dolía, y sentía ardor al orinar y flujo de mal aspecto y mal olor. Ellos me daban benzetacil en cápsula e inyección para que se me quitara, cuando era accedida sexualmente por el comandante no utilizaba protección. Casi siempre estaba bajo el efecto del alcohol me ofrecía aguardiente o cerveza y cigarrillos, pero nunca les recibía nada, el comandante Cruz era un señor de unos 50 años de edad (...)”.

Luego de seis (6) meses en el grupo armado, la menor finalmente pudo escapar de las filas de la guerrilla. Posteriormente, tuvo que desplazarse del lugar donde vivía en contra de su voluntad por las intimidaciones a las que fue sometida. Los hechos de la “vinculación” y los tratos a los que fue sometida nunca fueron denunciados por miedo a los efectos que tuviera esa decisión. El tiempo que ella estuvo “vinculada” en contra de su voluntad a la organización le dejó secuelas físicas y emocionales, que incluso llegaron a afectar su entorno familiar.

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Así dice su relato: “(...) duré caminando como seis horas hasta llegar a mi casa. Quince días después la guerrilla llegó a mi casa yo me escondí porque pensaba que me estaban buscando, pero ellos les dijeron a mis padres que yo estaba muerta, nunca se enteraron que yo estaba viva. En las noches me tocaba dormir en el monte porque pusieron un espía en la casa para que vigilara, duré escondida en una pieza. Allí permanecí por varios días allí comía y hacía mis necesidades porque si salía o me dejaba ver me asesinarían (...) mi padre como pudo me sacó a escondidas en horas de la noche y me llevó a La Unión donde cogería un carro que me traería a Bucaramanga, le pidió al muchacho que conducía en carro que por favor me ayudara a encontrar un trabajo, yo me tuve que quedar por 10 años en Bucaramanga y me tuve que alejar de mi familia (...) tuve que trabajar como empleada doméstica, el dueño del apartamento me enseñó a trapear, lavar, hacer de comer, planchar porque yo era muy pequeña y no sabía hacer nada de eso, durante ese tiempo yo no pude salir del apartamento, no sabía nada de mis padres, nadie debía saber que yo estaba viva, pasaron tres años y cuando estaba por cumplir quince años regresé a la finca para poder ver a mis padres ese día me tocó ir con el pelo corto y muy maquillada para que no me fueran a reconocer, fui solo un día y me regresé para Bucaramanga por miedo, temía a que me fueran a buscar (...) nunca denuncié los hechos por miedo, solo denuncié por el desplazamiento. Mis padres sufrieron mucho al igual que yo, el tener que separarme de mi familia me afectó mucho, lloraba y pensaba en que les fueran hacer algo por mi culpa, iniciar mi vida sexual con un hombre fue muy difícil, siempre estaba en mi mente los momentos en que fui abusada por los hombres de la guerrilla. Mis hijos nunca han sabido de lo que me pasó por pena. Mi marido actual sabe todo lo que me ocurrió. Yo nunca pude estudiar, después de lo ocurrido me dediqué a trabajar a muy temprana edad (...)”.

Además, dice el informe, en este primer caso es posible observar que la menor fue objeto de tortura, tratos crueles y degradantes que afectaron su desarrollo y crecimiento. Los entrenamientos militares y las precarias condiciones de vivienda y alimentación impactaron negativamente a la menor. La violencia sexual sufrida por la víctima refleja la instrumentalización de la mujer al interior.

Esta denuncia se conoció 42 años después de los hechos. La Fiscalía registró el hecho en el marco de la implementación de la Ley 975 de 2005, mediante denuncia realizada el 1 de junio de 2015. El temor manifestado por la víctima fue la razón por la cual se conoció el caso tan solo 42 años después de su ocurrencia, lo que podría suponer el alto subregistro ante la escasez de denuncias por hechos ocurridos durante este periodo. Al momento de la redacción de este informe no existe condena por este hecho.

MAS TESTIMONIOS SOBRE LOS VEJÁMENES A LOS QUE ERAN SOMETIDOS

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Dice el informe que, el relato también da cuenta de la “vinculación” de otras dos (2) menores de 14 años que no están registradas en los sistemas misionales de la FGN. Esto, junto con el relato expuesto por Ely Mejía Mendoza, alias ‘Martín Sombra’, quien manifestó tener a su cargo un grupo de aproximadamente de 25 jóvenes, evidencia los problemas de subregistro, mencionados en la introducción de este informe.

Una vez en las filas de la guerrilla, los menores eran obligados a realizar actividades militares de alto riesgo y exigencia, que pusieron en peligro sus vidas. Los menores fueron sacados de sus entornos familiares y expuestos a condiciones que afectaron su desarrollo y crecimiento como lo afirma la menor de doce (12) años “vinculada” en 1975 en el municipio de Puerto Asís (Putumayo), en la continuación de su relato:

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“(...) Esa misma noche que yo ya me fui con ellos me llevaron en lancha al otro lado del río, me llevaron a ‘Hong Kong’ que era donde ellos tenían el cambuche y ahí ya me dieron de comer, me dieron arroz, lentejas y huevo y también me dieron agua de panela. Esa misma noche me dieron la dotación, me dieron botas de caucho la macha, me dieron un pantalón, una camiseta, una chaqueta, ropa interior, toda esa ropa era negra, toda esa dotación me entregó el comandante ‘Richard’. Después de esto ya me fui a dormir, era como la una de la mañana y la dormida era en una cama de palos con una carpa verde y un toldillo negro, pero antes de dormirme me dieron las reglas que uno tenía que hacer y entonces me dijeron que a las cinco de la mañana ya churuquiaban (sic) es decir que tenía que levantarme y recoger todo es decir el toldillo, la carpa y echar todo en la maleta y estar listo para caminar para donde toque. (...) en el campamento de ‘Hong Kong’ yo estuve como un año y ahí yo prestaba guardia, me tocaba cocinar y todo lo que le manden a hacer (...) Después ya me llevaron para el entrenamiento en otro campamento que no sé dónde quedaba y en ese campamento ya estaba el comandante ‘Lucho’, que era el encargado del entrenamiento y entonces ya me quedé ahí cuatro meses. En ese entrenamiento nos enseñaron a disparar, a poner las balas, lo hacían pasar por debajo de palos, le enseñaban a arrastrarse para un enfrentamiento. Me enseñaron a disparar revólver 38, a tirar granadas, a manejar pistolas 9 milímetros y también me enseñaron a manejar fusil AK (...)”.

Pese a la dificultad de contar con mayor información, dice el ente acusador, es posible evidenciar que el fenómeno de “vinculación y utilización” de NNA desde 1964 hasta 1981 fue una realidad al interior de las Farc. A través de los relatos de las víctimas, fue posible identificar que las Farc se aprovecharon de las precarias condiciones socioeconómicas y familiares de los menores para persuadir y “vincular” NNA de manera forzosa. También se evidenció que durante este periodo se presentaron tratos crueles y episodios de tortura, en particular casos de violencia sexual contra las niñas “vinculadas” por parte de comandantes guerrilleros o guerrilleros rasos.

FUSILAMIENTOS:

En la página 79 del documento presentan el testimonio de una persona que asegura vio cómo fusilaban a una menor guerrillera de 14 años.

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“Estando en ese campamento era obligada a limpiar plataneras y hacer trincheras, estaba sometida a unos horarios terribles me levantaba a las tres de la mañana para asistir a entrenamiento militar, en el campamento estábamos aproximadamente más de ochocientas personas entre mujeres y hombres. Lo más traumático para mí fue que a los 15 días de estar allá vi el fusilamiento de una muchacha guerrillera de nombre Gloria de tan solo 14 años, esto no lo puedo olvidar, (sé que su cuerpo ésta enterrado en el campamento La Tigra), a mis 11 años el comandante alias ‘Joaquín’ me sacó de ese campamento y me llevó para los frentes 36 y 37. A esa edad ya vestía uniforme y un palo que hacía las veces de fusil, allá duré un año y luego me sacaron para la guerrilla bolivariana a un campamento en el río alicante en Antioquia, allá la guerrilla se dedicaba a la minería ilegal, tenían 3 dragas para la explotación de oro, (cuando cumplí los trece años me regresaron al campamento de La Tigra, para esta edad ya portaba fusil), estando en este campamento me hicieron consejo verbal por intentar escaparme y porque había perdido el fusil.

TESTIMONIOS DE ABUSO SEXUAL Y ABORTOS OBLIGATORIOS

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Uno de los desgarradores testimonios que presenta el documento es el de una menor que fue reclutada en 1993 en el departamento de Sucre. Además de obligarla a empuñar armas era obligada a tener relaciones sexuales con los guerrilleros. Incluso, al quedar embarazada, fue obligada a abortar.

“(...) Yo tenía 14 años y vivía con mis padres Delio Narváez Benítez y Elida Zolia Narváez Osorio en una parcela de ocho hectáreas en la finca Mula en la jurisdicción de San Rafael, Ovejas (Sucre). Para el año 1993 más exactamente el 15 de mayo, por allí transitaba constantemente la guerrilla de las Farc y ELN, ellos eran los que mandaban en la zona. Yo fui reclutada por ellos por el 37 Frente de las Farc; yo ese día estaba en la huerta buscando los animales cerca de la parcela, ellos me obligan a ir con ellos, ellos estaban por ahí porque el Ejército los estaba persiguiendo. Me llevaron para la vía al Salado (Bolívar), ellos allí comenzaron como adoctrinarme para que me quedara en las filas, yo les decía que no quería estar allí, entonces me decían que si me iba el Ejército me mataba. Así pasó como un mes, yo no tuve más escapatoria que quedarme con ellos en el campamento. Ellos iban reclutando más muchachos y comenzaron los entrenamientos. Los comandantes de ese frente eran alias ‘Martín Caballero’, alias ‘Mane’ o ‘Manuel’. El comandante de escuadra alias ‘Fermín’ me obligó a estar con él, sino me decía que me mataba. Me pusieron el alias de ‘Damaris’. Entonces yo salí embarazada de un compañero guerrillero, alias ‘Guillermo’, entonces me hicieron abortar, hasta un legrado me hicieron. Me hicieron hasta un consejo de guerra que llaman ellos; me pusieron una sanción de excavar 15 metros de trincheras, arriar 50 tambos de aguas y 50 tercios de leña. Yo seguí vinculada a las filas y participé en varias operaciones militares. En el año 1998 salí nuevamente embarazada, entonces me les volé y me fui para Turbaco donde un familiar, de allí para Corozal, y después me fui para San Rafael para la casa de mis padres. Cuando yo iba llegando me estaban esperando y otra vez me llevaron para el campamento de El Salado, allí me amarraron me hicieron un consejo de guerra porque había desertado y por un voto no me mataron. Yo seguí allí entonces, ya tenía la barriga grande con siete meses de embarazo, no me ponían hacer nada. El 14 de febrero de 1999 se nos metió el Ejército al campamento, hubo un combate yo aproveché y me vine para mi casa en San Rafael. Allí nació mi niña el 27 de abril de 1999, a los cuatro días de nacida me vine con ella para Corozal a donde una cuñada porque la niña tenía una infección en el ombligo, yo regresé a la casa en San Rafael a los tres años, ellos preguntaban por mí allá. Yo andaba por miedo, después mataron los comandantes y otros capturaron y ya me dejaron quieta. Todavía siento miedo (...)”.

Dice el informe que, igual que lo ocurrido en el primer periodo (1964-1981), las niñas “vinculadas” fueron sometidas a abusos, violencia sexual y castigos establecidos por la organización. Sin embargo, otras contaban con un poco más de suerte y lograban escapar.

“(...) El guerrillero alias ‘Palacios’ que conocía a mi padre habló por mí, diciendo que yo había sido reclutada siendo una niña, que todos mis derechos habían sido vulnerados esto permitió que me entregaran a mi padre, (en ese momento yo estaba de un mes embrazo producto de un abuso sexual por parte un guerrillero), este delito ocurrió el día 1 de septiembre del año 1989. Ese día la guerrilla me tenían amarrada y el guerrillero que me violó era el encargado de cuidarme, eran las 11 de la mañana el tipo se me acercó con el pretexto de ofrecerme agua, empezó a tocarme el pelo, me metió la mano en el seno, luego me amordazó con una pañoleta, me bajó el pantalón con ropa interior, entonces el tipo se quitó la riata donde llevan los proveedores del fusil y se bajó el pantalón y empezó a manosearme con el pene y me penetró por la vagina sin condón, cuando terminó me dijo que me iba a quitar la pañoleta pero que no fuera a gritar porque me mataba (...)”.

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Luego de seis años en las Farc-EP, la menor decidió escapar pues al encontrarse en estado de embarazo sería sometida a un aborto forzado según las reglas de la organización:

“(...) Mi padre me recibió en un estado lamentable a nivel físico y emocional, fueron 6 años de mucha angustia sufrimiento y humillaciones en poder de este grupo delictivo al margen de la ley, aunque estaba en mi casa yo seguía vigilada por ellos, pasaron los nueve meses de mi embarazo y tuve mi hijo en Yondó Antioquia donde aproveché el momento para escaparme con mi hijo hacia Puerto Berrío Antioquia, allí conseguí un trabajo (...)”.

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La expansión territorial de las Farc-EP durante la década del 80 continuó y se presentaron casos de menores pertenecientes a comunidades indígenas que también fueron “vinculados” forzadamente a esta guerrilla.

El siguiente testimonio es el de una mujer que nació en las filas de las Farc y a los 9 años fue víctima de abusos sexuales, maltratos físicos y psicológicos.

“(...) En una ocasión, a los 9 años, yo manifesté que quería aprender a leer y a escribir y es aquí cuando un guerrillero conocido como (Jorge Pinilla), dijo que él nos enseñaría a una compañera (de 10 años) y a mí a leer y a escribir, las dos nos ilusionamos mucho porque íbamos a aprender y este guerrillero Pinilla nos dijo que lo acompañáramos a un cambuche ubicado ahí en el mismo campamento donde estábamos y empezaríamos las lecciones de lectura y escritura. Todo fue un engaño porque lo que hizo este hombre fue accedernos carnalmente a la niña de 10 años y a mí, a mí fue a la primera que violentó estaba amarrada de las manos, los pies y la boca, todo esto lo había hecho este guerrillero para evitar que gritáramos y para que nadie se diera cuenta, posteriormente violentó a la niña que estaba conmigo y cuando terminó nos quitó los amarres, pero nos amenazó de que si decíamos algo él mismo nos asesinaba, tuvimos que quedarnos ahí porque el permiso que nos habían dado era de varios días, este guerrillero previendo que no fuéramos a decir nada se fue hasta donde el comandante que estaba a cargo de las dos y le dijo que por favor autorizara que él nos hiciera un cambuche a esa niña y a mí que estuviera aislado porque nos había dado hepatitis y era muy contagiosa la enfermedad (...)”.

Son páginas enteras de testimonios de menores abusadas. En la página 93, muestran el testimonio de otra mujer que fue reclutada a los 9 años de edad y violada un año después.

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“Sé que tenía 9 años cuando me reclutaron y el lugar era la Arabia, Putumayo, eso pertenece al Puerto Caicedo. Yo estaba en el colegio estudiando lejos de nuestra casa, de por si ellos estaban en el colegio siempre, a las dos que salimos nos dijeron que nos acompañaran, éramos yo y cuatro niños más. Ahí fue cuando nos dijeron que no volveríamos a la casa que era una decisión del comandante y que hacíamos parte del grupo. Me dijeron que yo tenía la edad suficiente para estar en el grupo, mi mamá reclamó, pero nunca me devolvieron. Mi familia solo recibió amenazas después que nos desmovilizamos, por eso mi familia es desplazada. Conmigo, reclutaron otras cuatro niñas, me acuerdo de T y de E, de los otros no. Cuando nos reclutaron nos separaron a todos más o menos teníamos la misma edad y habían uno que tenía 15 años (...) El comandante que me reclutó se llamaba alias ‘Orlando’, tenía que encariñar a los niños mostrarles los uniformes, las armas y así los iban conquistando para llevárselo y el que no quisiera de todas formas se los llevaban a la fuerza cuando ellos creyeran que estaba listo (...) A mí me entregaron el uniforme normal, camuflado, botas, el arma portaba un AK 47 (...). Ingresé al frente 32 y la decisión supongo que la tomó el comandante del frente que era alias ‘Robledo’, a cada uno de los que reclutaron conmigo nos llevaron a sitios diferentes porque ellos no les conviene que quedemos juntos. Después con Juaco Villa en una escuadra, yo tenía 10 años y fui violada por él (...) me trasladaron después al frente 48 al bajo Putumayo, La Hormiga, Orito. Esta se llaman compañías de combate que son unidades móviles, nos mantienen en campamentos son los de destrucción de tubos, combates (...), porque lo que les interesa es darle a las petroleras y cada rato era explote porque lo que les interesa es darle problema al gobierno y que miren como solucionan y para que se dieran cuenta que ellos tenían el poder (...). Mi alias en la organización era ‘Mayerli’, me lo puso alias ‘Ferney’ que era el comandante del frente 32 y del entrenamiento donde me enseñaron de lo que debía hacer, cargar el arma, mantener el estado físico y todo lo que uno tiene que saber para estar en el monte (...)”.

Adicionalmente, la menor reclutada relata las difíciles condiciones que vivió durante ese tiempo en la guerrilla, principalmente en relación con los permanentes maltratos tanto físicos como, psicológicos que recibían al interior del grupo armado, así como con las normas y prácticas de planificación forzada que debían seguir las menores de edad.

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La menor en su relato y afirmó que:

“(...) Alias ‘Ferney’ estaba a cargo del entrenamiento y más o menos eran 150 de los cuales la mitad éramos niños y los otros eran menores de 20 años (...). A los 10 años, me pusieron un dispositivo la T, en la unidad que estaba a cargo ‘Juaco Villa’ decidió que a todas las mujeres se les ponía el dispositivo, no importaba la edad, si había tenido relaciones o no para prevenir los embarazos, eso era para recortar gastos o problemas, era colocados en el campamento, puestamente médicos, eso me afectó por que me vino sangrado tres meses casi y me muero, después de eso me recuperé y me quedaron secuelas y me infecté y no me hice revisar de los médicos porque nunca más, hasta que deserté y fui al médico, cuando tenía 16 años me hice revisar del médico porque cuando tenía relaciones sexuales tenía mucho dolor. El médico me dijo que tenía una infección crónica porque el dispositivo estaba encarnado y él me envío un tratamiento por tres meses. Al interior el maltrato era permanente, psicológico y físico. Si cometíamos algunas cosas nos castigaban feo y nos tocaba hacer todo lo que nos decían. Fui víctima de violación a los 10 años por él, quise quejarme, pero no pude porque él era el comandante y así pudiera no pasaba nada porque eso era normal. Normalmente los comandantes accedían a las niñas que estábamos ahí. Luego de años y de planearlo por años decidí fugarme, eso no es tarea fácil porque la organización sabe todo de uno. Solo hasta que un comandante se fugó pude hacerlo con él (...)”.

Dentro de las conclusiones, la Fiscalía dice que se tienen evidencias de que entre 1982 y 1997 las Farc-EP reclutaron a niños y niñas menores de quince (15) años, contrario a lo que habían establecido en sus estatutos.

Durante este lapso las afectaciones sufridas por los NNA víctimas de “vinculación” ilegal se pueden agrupar en:

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1) Físicas: Estas se evidencian en los consejos de guerra y castigos a los que eran sometidos los NNA por incumplir las disposiciones internas de la organización armada y las afectaciones sufridas por parte de las niñas y adolescentes, las cuales fueron sometidas a abusos, violencia sexual, planificación forzada, abortos forzados y castigos.

2) A nivel de formación: Mediante la figura de los clubes pioneros y el trabajo a través de organizaciones juveniles, las Farc-EP incidieron en el proceso formativo y de aprendizaje de los NNA, inculcándoles ideologías relacionadas con los preceptos de la organización, con miras a generar en ellos un tipo de adoctrinamiento que los convirtiera posteriormente en combatientes comprometidos con la causa fariana. De esta manera, la utilización de menores de edad en este tipo de instituciones es apenas uno de los hechos relevantes dentro de la historia de la organización que deja en evidencia el grado de vulnerabilidad al que han sido expuestos los menores de edad.

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CONTEXTO, CIFRAS:

En total, la Fiscalía cuenta con 4.219 investigaciones atribuibles a las Farc en todo el país por delitos relacionados con la vinculación y utilización de 5.252 niños, niñas y adolescentes, por los cuales hay 5.043 procesados. El 61% de esas investigaciones se concentran en los años 1998 y 2010, siendo los años 2000 y 2007 los de mayor afectación.

De acuerdo con la información registrada en los sistemas de la Fiscalía, el mayor porcentaje de víctimas fue sexo masculino con 3.350 investigaciones, es decir, el 65%. Mientras que el femenino alcanzó 1.790 investigaciones, es decir, el 35%. Aunque las niñas y jóvenes tuvieron un porcentaje menor de victimización, estas sufrieron de forma desproporcionada algunas conductas violentas durante su reclutamiento, particularmente, delitos contra la libertad información sexual.

En 10 departamentos del país concentran el 77% de las investigaciones de vinculación y utilización de niñas, niños y adolescentes: Meta con 960 casos, Antioquia con 461, Guaviare con 451, Putumayo con 389, Caquetá con 283, Tolima con 202, Cauca con 141, Cundinamarca con 135, Chocó con 120 y Nariño con 119. El departamento más afectado fue el Meta con un 23% de las investigaciones.

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Con relación a la edad de vinculación de menores a las Farc, de las 1896 víctimas que reportan esta información, se encontró que la edad más recurrente corresponde a 14 años con 368 víctimas, es decir, el 19, 4%. Sin embargo, hay que señalar que en total se encontraron 910 víctimas, es decir, el 48% entre los 10 y los 14 años. También se conoció el caso de unas hermanas de uno y cuatro años que fueron vendidas a la organización según el relato del padre. Por último, se conoce el caso de una menor que nació al interior de las filas de las FARC, Hecho que se documenta en la segunda etapa de este documento.

Dice la Fiscalía que, en mayo de 2016, en el marco del proceso de paz, las delegaciones del Gobierno Nacional y las Farc-EP, llegaron a un Acuerdo sobre la salida de NNA menores de 15 años de los campamentos de las Farc-EP y suscribieron un compromiso con la elaboración de una hoja de ruta para la salida de todos los demás NNA y un programa integral especial para su atención, permitiendo que 124 de ellos fueran retirados de las filas de esta organización.

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De las 590 investigaciones donde se conoce el “Frente” que presuntamente perpetró el hecho, se evidencia que los diez (10) Frentes con mayor número de investigaciones son los Frentes 48, 1, 26, 7, 27, 44, 32, 39, 34 y 13

¿IMPUNIDAD?

Respecto a la judicialización de las 4.219 investigaciones atribuibles a las Farc-EP por estos hechos, la FGN conoce solo de diez (10) sentencias condenatorias, las cuales incluyen miembros del Estado Mayor Central (EMC) y del Secretariado.

Según la Fiscalía, Los bajos resultados procesales pueden ser explicados, en parte, por los siguientes factores: la imposibilidad de la FGN de conocer oportunamente las investigaciones y la consecuente dificultad en la obtención de elementos probatorios; la tipificación del “reclutamiento” como delito autónomo tan solo a partir del año 1997; el hecho de que muchas de las víctimas de “vinculación” forzada, una vez cumplida la mayoría de edad también puedan ser considerados victimarios, lo que inhibe su participación en los procesos ante la justicia; La dificultad para establecer la plena identidad de los autores materiales del hecho, referenciados en la mayoría de los casos únicamente por los alias, investigaciones donde no se establecen hipótesis judiciales que apunten a probar responsabilidades por cadena de mando y la concentración de los esfuerzos institucionales por investigar otras conductas derivadas del conflicto armado interno, en ocasiones denunciadas como delitos principales, distintos al reclutamiento ilícito.

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