¿La próxima en la lista? Cuba sigue con preocupación la presión de EEUU a Venezuela
El canciller Bruno Rodríguez calificó la postura estadounidense como una “locura” y una “violación del derecho internacional”.
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La tensión en el Caribe volvió a escalar y, en Cuba, el clima es de profunda inquietud. El aumento de la presión militar de Estados Unidos sobre Venezuela y el protagonismo que ha tomado Marco Rubio en su discurso contra La Habana han reactivado un temor que parecía archivado: ¿qué pasaría si Washington logra un cambio de régimen en Caracas? Para el Gobierno cubano, ese escenario sería un golpe directo en lo político y, sobre todo, en lo económico.
El canciller Bruno Rodríguez fue el primero en elevar el tono. Calificó la postura estadounidense como una “locura” y una “violación del derecho internacional”, basada en una narrativa antidrogas que, según él, no se sostiene. Desde su punto de vista, la estrategia de Washington tiene un objetivo claro: un avance “guerrerista” que traerá más inestabilidad al continente y reavivará antiguas fracturas diplomáticas.
Esa posición no aparece sola. Durante las últimas semanas, figuras del Gobierno, discursos oficiales y actos públicos han buscado el mismo mensaje: proteger la alianza con Venezuela y dejar en evidencia que Cuba ve el panorama con extrema preocupación.
Expertos consultados por EFE coinciden en que La Habana vive un momento delicado, con una “policrisis” que combina inflación, recesión, apagones prolongados, escasez de alimentos y medicinas, deterioro de servicios básicos y una ola migratoria sin precedentes. En ese contexto, un descalabro en Venezuela no sería solo un golpe simbólico; sería un colapso energético.
Carlos Alzugaray, exdiplomático cubano, señala que de Caracas llegan cerca de 32.000 barriles de petróleo diarios, un cuarto del suministro que Cuba necesita. Sin ese apoyo, los apagones de 20 horas que hoy afectan a amplias regiones podrían convertirse en el estado permanente de la isla. La alternativa obligaría a comprar combustibles a proveedores más costosos, lo que dispararía la inflación y agravaría la escasez.
Ricardo Herrero, director del Cuba Study Group, lo plantea sin rodeos: perder a Venezuela significaría para Cuba perder su principal aliado económico y geopolítico. La consecuencia inmediata sería una dependencia aún mayor de Rusia y China, justo cuando Estados Unidos intenta reducir la influencia de ambas potencias en el hemisferio.
Aunque en Washington algunos sectores parecen mantener la expectativa de que, si cae Maduro, La Habana será el siguiente objetivo, los analistas son más cautos. Tanto Herrero como Alzugaray advierten que la llamada teoría del dominó es más ilusión que estrategia. Cuba, dicen, ha demostrado una resiliencia excepcional.
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Alzugaray incluso subraya un elemento clave: el Ejército cubano, aunque menos moderno que el venezolano, tiene décadas de organización y cohesión interna, algo que fortalece al Gobierno en un escenario de presión externa.
Por ahora, en La Habana domina un sentimiento: preocupación máxima. Y mientras el panorama regional se mueve, Cuba se prepara para un posible escenario que, de materializarse, podría cambiar el equilibrio político y económico de toda la región.