"Población sigue exactamente igual a pesar del cese al fuego": alerta colombiana de MSF en Gaza
Carolina Luna, psicóloga colombiana de Médicos Sin Fronteras en Gaza, advierte que, pese al cese al fuego, la ayuda humanitaria es insuficiente y la crisis sigue afectando a miles.
En medio de la frágil tregua entre Israel y el grupo islamista Hamás, la psicóloga colombiana Carolina Luna, integrante de Médicos Sin Fronteras (MSF), relata desde la Franja de Gaza una realidad que contradice la palabra “alto al fuego”.
Desde Deir al-Balah, una de las zonas más castigadas por los bombardeos, Luna advierte que la supuesta calma es apenas un espejismo.
“Sí ha habido una reducción importante de los bombardeos, sin decir que estén 100% eliminados”, explicó en entrevista en Mañanas Blu con Néstor Morales. “Esta misma mañana hubo un bombardeo cerca de aquí, desde el área de la playa hacia Dárvala”. Según Luna, el cese al fuego no se traduce en una verdadera pausa humanitaria, ya que las ayudas internacionales no están ingresando en la cantidad necesaria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó esta semana que la entrada de ayuda humanitaria a Gaza no ha mejorado significativamente desde que se declaró la tregua.
Foto: AFP
Israel, según el organismo, sigue sin cumplir las tasas de ingreso pactadas. En el terreno, Luna lo constata: “La poca ayuda que ha ingresado ha llegado solo a zonas del sur. El norte de Gaza sigue prácticamente aislado”.
Su labor como coordinadora de salud mental le ha permitido dimensionar otra emergencia silenciosa: la psicológica. “Yo pensaría que más de un millón de personas necesitan atención en salud mental”, señaló. “La población lleva generaciones expuesta a la violencia, pero lo que ocurre ahora no tiene precedentes”.
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Niños, adultos y ancianos presentan cuadros de ansiedad, depresión y trauma severo, muchos de ellos sin posibilidad de recibir tratamiento psiquiátrico o medicamentos.
Entre los casos más desgarradores están los de los llamados “NHSFS” —Niños Heridos Sin Familiar Superviviente—, una sigla que, según Luna, “se empezó a usar desde el año pasado cuando aumentaron los casos de menores que perdieron a sus padres en los ataques”. En muchos hospitales, los propios vecinos o hermanos mayores asumen el rol de cuidadores.
Sobre la vida diaria, Luna describe una rutina de supervivencia más que de cotidianidad: “Los niños ya no van al colegio; ayudan a buscar agua o leña. Las madres cocinan lo poco que tienen, sin gas, bajo el sol o el frío de la noche”. A pesar del cese al fuego, el hambre, las enfermedades y la falta de acceso al agua potable continúan afectando a miles de familias desplazadas.
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“La gente celebra el alto al fuego, pero sabe que puede romperse en cualquier momento”, dice Luna. En medio del miedo, el dolor y la incertidumbre, su testimonio deja claro que, en Gaza, la tregua aún no se siente como paz.