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Canibalismo, la otra cara del horror en los campos de concentración nazis

Los británicos encerrados en campos de concentración nazis soportaron torturas por parte de la policía secreta del régimen de Hitler (Gestapo) e hicieron frente a un "extendido canibalismo" entre los prisioneros, según unos documentos escondidos cinco décadas.

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Mujeres prisioneras en el campo de concentración de Bergen-Belsen en abril de 1945 – Foto: AFP

Los Archivos Nacionales del Reino Unido publicaron 900 solicitudes para recibir ayuda económica que las víctimas británicas de la persecución nazi hicieron llegar al Gobierno del país durante la década de 1960. (Lea también: El infierno del holocausto: el relato de un sobreviviente a la locura nazi)

 

Uno de los documentos más llamativos es el Harold Le Druillenec, el único superviviente británico del campo de concentración de Bergen-Belsen, en Baja Sajonia (Alemania), que narró en su petición los horrores que vivió durante los diez meses que pasó bajo el régimen nazi.

 

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"La ley de la jungla reinaba entre los prisioneros: por la noche o matabas o te mataban y por el día el canibalismo se extendía", explicó.

 

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Según sus notas, en Belsen "no había comida, ni agua, y dormir era imposible", mientras que en el campo de Banter Weg (Hamburgo), donde también pasó un tiempo, "la tortura y el castigo" por medio de "golpes, ahogamientos y crucifixiones" era lo normal a todas horas. (Lea también: Más de 70 años después juzgarán a enfermero cómplice de exterminio en Auschwitz)

 

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En su solicitud remarcó que sus experiencias lo dejaron "débil" y afectaron a sus pulmones y a su corazón, a lo que el Gobierno británico reaccionó con una compensación de 1.853 libras, cerca de 30.000 hoy en día (38.000 euros).

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En 1964 la República Federal de Alemania se comprometió a compensar al Reino Unido con un millón de libras, lo que actualmente serían 17 millones (21 millones de euros), que el país debía destinar a todos los británicos que sufrieron la persecución del nazismo.

 

De las 4.000 personas que pidieron la ayuda, tan solo 1.015 fueron beneficiadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores, que las repartía según el tiempo pasado en un campo de concentración (un mínimo de tres meses) y el grado de discapacidad.

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Una de las afectadas que no consiguió una compensación económica fue la austríaca Johanna Hill, quien perdió toda posibilidad de ser madre debido a las palizas de la Gestapo, por haber estado en prisión solo un mes y medio.

 

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Uno de los supervivientes que escapó del campo de Stalag Lutf III en 1944, Bertram "Jimmy" James, vio cómo su petición por haber estado encerrado en el campo de Sachsenhausen (Brandeburgo) era denegada por no haber llegado a padecer "los tratamientos inhumanos y degradantes" propios de un campo de concentración.

 

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Para el Gobierno británico que estudió el caso, las condiciones de Sachsenhausen "no eran de ninguna manera comparables" a las de otros campos.

 

Finalmente, después de que en 1968 se decidiera que las víctimas británicas de este campo de concentración también debían ser compensadas económicamente, James percibió 1.192 libras, unas 18.500 libras de hoy (23.000 euros).

 

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Está previsto que para la primavera de 2017 vean la luz alrededor de otras 3.000 peticiones.

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