El constante y complejo conflicto colombiano, marcado por repetidos ciclos de violencia en Colombia, encuentra una explicación profunda y multifacética en la teoría expuesta por Mauricio García, un académico de vasta trayectoria que incluye un doctorado en Ciencia Política de la Universidad Católica de Lovaina,
Un análisis, detallado en su libro, sugiere que el país está atrapado en un entramado de emociones negativas que impiden su progreso social y la consolidación de la paz. Esta perspectiva busca trascender las explicaciones tradicionales y ofrecer una nueva vía para entender y, eventualmente, superar las décadas de conflicto.
En diálogo con Mañanas Blu, subrayó que "estamos metidos en emociones negativas y eso no nos permite salir, Sebastián, de estos ciclos de violencia en los que estamos constantemente". Esta teoría, que ha captado la atención en diversas esferas, desde la política hasta la economía, propone que el resentimiento, el miedo y el desconocimiento del otro actúan como catalizadores de la violencia.
Las "emociones tristes": el verdadero enemigo interno de Colombia
El concepto central de la teoría gira en torno a lo que él denomina "emociones tristes". Este término, acuñado por el filósofo holandés Baruch Spinoza del siglo XVII, se refiere específicamente al odio, la venganza, el resentimiento y la envidia. Según Spinoza, estas emociones son inherentemente "tristes" porque terminan dañando más a la persona que las alberga que a la persona afectada por ellas.
Si bien todas las naciones experimentan estas emociones, García enfatiza una diferencia crucial para el contexto colombiano y latinoamericano: "La gran diferencia entre Colombia y otros países o entre América Latina y el resto del mundo, porque yo creo que esto es un fenómeno muy latinoamericano, es que aquí en Colombia esas emociones tristes afloran de una manera mucho más evidente, más fuerte y más perjudicial que en otros países".
Esta manifestación exacerbada de las "emociones tristes" es lo que, según el académico, estropea los proyectos y las buenas ideas que Colombia, a menudo, formula. El país cuenta con "buenas ideas, de buenos proyectos, de de buenas constituciones, de buenas leyes.
Pero muchos de los proyectos y de las ideas plasmadas en los libros, en las proclamas y en los discursos terminan siendo estropeadas por estas emociones tristes". El peligro radica en que, a diferencia de otros lugares donde estas emociones se canalizan de forma diferente, en Colombia "saltamos con mucha facilidad a la violencia". Un ejemplo contundente es la disparidad en las protestas: mientras en Francia las manifestaciones de los "chalecos amarillos" durante 11 meses resultaron en un muerto, en Colombia, protestas similares de dos meses de duración dejaron 60 fallecidos. Esto evidencia que, aunque la rabia existe en todas partes, en Colombia la manifestación de esa rabia a menudo escala a la violencia física.
Los desafíos de la paz y la polarización actual
La teoría de las "emociones tristes" y la debilidad institucional también arroja luz sobre los desafíos que enfrenta el proceso de paz en Colombia. Un acuerdo de paz es un proceso largo que trasciende un periodo presidencial, requiriendo una implementación sostenida a lo largo de las administraciones. Aunque se sentaron las bases con el Acuerdo de Paz de La Habana, su implementación ha sido deficiente por parte de los gobiernos subsiguientes, en parte debido a un "desdeño simbólico" que ha obstaculizado su progreso.
La actual dinámica de la "Paz Total" ha sido percibida, lamentablemente, como una competencia a la paz de La Habana, en lugar de una continuación o un fortalecimiento. Esta falta de entendimiento ha reavivado la polarización, lo que es "lamentable". Para contrarrestar esto, es fundamental recuperar un lenguaje que fomente el acercamiento y los consensos.
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