ARC Gloria llega por primera vez a Puerto Vallarta, la embajada flotante que hizo historia en México
En una maniobra impecable, el buque Escuela ARC Gloria atracó por primera vez en Puerto Vallarta. El embajador Carlos Fernando García Manosalva recibió a la tripulación en un encuentro cargado de simbolismo, orgullo y lazos entre naciones.
La embajada flotante de Colombia que hizo historia en México.
Por primera vez desde su botadura en 1968, el buque escuela ARC Gloria, embajada flotante de Colombia en los mares del mundo, llegó a Puerto Vallarta, México. La maniobra de atraque, seguida por decenas de visitantes y curiosos en el muelle, marcó un momento histórico para las relaciones entre ambos países. En el puerto lo esperaba el embajador de Colombia en México, Carlos Fernando García Manosalva, quien fue recibido en el buque por el capitán de navío Luis Fernando Lara, comandante del buque.
El arribo del velero insignia no solo abrió sus cubiertas al público mexicano, sino que despertó emociones profundas entre tripulantes, oficiales invitados y ciudadanos de ambos países. Entre ellos estaba el guardia marina mexicano Lenin Canul, quien vive la visita con un doble orgullo: el profesional y el personal.
La embajada flotante de Colombia que hizo historia en México.
Foto: Blu Radio
“Se siente un gran compromiso con mi país, tengo una gran responsabilidad de representar el valor, la lealtad, el patriotismo, el honor”, aseguró al recordar que fue seleccionado tras ocupar el primer lugar de su generación. Para él, el atraque en su tierra natal simboliza unión: “Siempre va a haber lazos entre México y Colombia, es un gran compromiso recibirlos y me siento muy orgulloso por ello”.
También a bordo, el Alférez de Fragata guatemalteco Héctor Zaldaña Zavala resaltó el aprendizaje acumulado durante los últimos dos meses de navegación, una experiencia que resume como invaluable. “Dios me ha podido dar esta gran oportunidad”, dijo. En el Gloria, asegura, encontró tradición, camaradería y un ambiente multicultural que lo marcó: “El compartir no solo en lo militar sino en lo cultural, me han tratado y recibido de una forma muy buena”.
La embajada flotante de Colombia que hizo historia en México.
Foto: Blu Radio
Para el teniente de la Policía Nacional, Santiago Espinosa, la llegada a Puerto Vallarta coincide con uno de los hitos más significativos de su vida profesional: su ascenso a teniente ocurrió precisamente en cubierta. “Es una posibilidad muy reducida para un policía estar en el Gloria… es motivo de orgullo”, dijo. Y añadió que su promoción será inolvidable: “Creo que va a ser uno de los ascensos más especiales que voy a tener en la vida”.
El Ejército colombiano también tuvo representación a bordo. El oficial Gonzalo Eduardo López Quiñones, hoy tripulante del ARC Gloria, destacó la oportunidad de convivir con marinos y otras fuerzas. Estar en un velero de la Armada Nacional como oficial del Ejército, dice, es motivo de orgullo familiar e institucional. “Poder representar al Ejército en esta unidad insignia es un gran honor”, afirmó. Y sobre lo aprendido en cubierta agregó: “La calidad humana en este buque es increíble… me va a aportar mucho en mi carrera militar”.
La embajada flotante de Colombia que hizo historia en México.
Foto: Blu Radio
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El arribo también tocó fibras entre los civiles que se acercaron al muelle. Juan Camilo Charri, colombiano residente en México desde hace siete años, no ocultó su emoción al reencontrarse con símbolos patrios. “Es un sentimiento que da ganas de volver a su país… ver cómo los marinos saludaban y escuchar el himno de Colombia eriza la piel”, contó.
Entre los asistentes también estaba Itzel Álvarez, ciudadana mexicana y esposa de Charri, quien celebró la llegada histórica del buque. “Es de admirar todo lo que hacen ellos y poder conocer un poquito más de su país”, comentó, recordando que ha viajado por Bogotá y Cartagena. Casada con un colombiano, lo resume con una sonrisa: “Es el mejor hombre que me pude encontrar en la vida”.
La primera visita del ARC Gloria a Puerto Vallarta se convirtió así en un evento lleno de simbolismo, identidad y hermandad. Un encuentro en el que el velero colombiano, con sus 23 velas y su tripulación multicultural, unió dos naciones en una misma cubierta: la del mar, la tradición y los lazos que siguen fortaleciéndose a través de la navegación.