En un rincón del Buque Escuela ARC Gloria, entre herramientas, virutas y olor a madera trabajada, se encuentra uno de los oficios más antiguos y esenciales de la navegación. Allí, el infante de marina profesional Carlos Dovales, carpintero a bordo, cuenta con orgullo qué significa mantener en pie a la embarcación insignia de Colombia.
Su labor es más amplia de lo que cualquiera imaginaría en medio del mar. “Nuestra función a bordo del buque es la de dar mantenimiento a distintos elementos como son cielorrasos, cubiertas, puertas y todo lo que marca la parte de carpintería y ebanistería”, explica. El trabajo no se limita a la estructura interna; también abarca un rol ceremonial clave: “Elaboramos también elementos para la parte protocolaria, como son placas conmemorativas y de agradecimiento”.
Trabajar la madera sobre una superficie que nunca deja de moverse parece un desafío considerable. Sin embargo, Dovales lo enfrenta con filosofía marinera. “Como difícil, no. De pronto meterle amor, empeño, cariño, enamorarse del trabajo, del arte, de lo que uno hace acá”, dice mientras recuerda que en el Gloria todo se hace con precisión, pero también con pasión.
La materia prima con la que trabajan proviene del propio barco, una tradición que combina sostenibilidad y memoria flotante. “Gran parte de la madera sale de las cubiertas. Cuando se hace el cambio de cubiertas, esa misma madera la reprocesamos y la utilizamos”, cuenta con orgullo. Esa madera, que ya ha navegado océanos, vuelve a cobrar vida en detalles, reparaciones y piezas que acompañan nuevos viajes.
El equipo de carpintería es pequeño, pero eficiente. “En el momento nos encontramos dos personas trabajando acá, mi compañero Yara y mi persona. Somos los dos”, relata Duvales, destacando la coordinación que exige cada tarea. Ambos sostienen una parte del buque que no aparece en las maniobras heroicas, pero sin la cual nada funcionaría con la elegancia y tradición que caracterizan al Gloria.
En cuanto a la demanda, el trabajo nunca falta. “La parte de mantenimiento, en distintas áreas del buque, como son cubiertas, puertas, que son las de mayor trabajo durante la navegación”, dice. Cada crujido, cada golpe de mar y cada día de sol deja marcas que estos artesanos del océano deben corregir.