El reciente magnicidio del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay ha estremecido a Bogotá y al país. En medio de la conmoción, el exconcejal de la capital y analista político Juan Carlos Flores lanzó una advertencia contundente: Colombia podría estar entrando en un nuevo ciclo de violencia similar al que marcó los años más oscuros de su historia.
“Estamos muy poco, pero todavía hay tiempo, a mi juicio, de que crucemos un punto de no retorno”, señaló Flores en diálogo con Ricardo Ospina. Según explicó, lo ocurrido con Uribe no es un hecho aislado, sino un síntoma del deterioro de la vida pública y del avance de actores violentos que ya controlan amplias regiones del país.
Flores evocó episodios históricos para contextualizar la gravedad del momento: “Esa descripción la podríamos hacer en otros momentos de la historia de Colombia, como en 1949, cuando los intentos de los moderados naufragaron y el país se sumergió en una espantosa espiral de violencia”.
El analista fue enfático en identificar el odio como uno de los motores de este deterioro político y social: “El odio se convierte en una herramienta política extraordinaria (…) no es un problema de redes sociales como se dice superficialmente, es un problema mucho más profundo, que atraviesa nuestra historia y que se convierte en combustible para quienes buscan poder”.
Al referirse al impacto del magnicidio de Miguel Uribe, Flores destacó que este crimen “sensibilizó a Bogotá”, pero advirtió que no debe quedarse en la indignación pasajera.
Las noticias de todos los días muestran que el Pacífico arde, que Nariño ha vuelto a la violencia, que el Clan del Golfo se expande y que en el Guaviare y el Vichada la presencia del Estado es mínima. Mientras tanto, aquí se enfrentan a punta de odio, y los señores de la guerra se apoderan del país
señaló el exconcejal
Pese al sombrío panorama, Flores cree que aún existe margen para evitar que Colombia recaiga en un conflicto de mayores dimensiones: “Hoy hay una mayoría silenciosa que siente que esto va muy mal, pero que no logra expresarse. Esa mayoría debe tener voceros de peso que digan con claridad: no necesitamos otra hoguera en la historia de Colombia”.
Finalmente, el exconcejal llamó a la sociedad civil a confrontar el discurso del odio y a exigir nuevos liderazgos. “No podemos esperar a que los mismos que azuzan el odio sean los que busquen acuerdos. El reto es que sectores sociales y ciudadanos se atrevan a pensar políticamente y a liderar una salida diferente. De lo contrario, el camino de la guerra anunciada será inevitable”.