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Polarización y estancamiento: reflexiones sobre el primer año de Cobierno de Gustavo Petro

Desde los extremos se pierde el sentido común, el respeto por el otro, la argumentación como vehículo que haga posible el contacto y exponga ideas se hunde en un fanatismo en el que sólo caben epítetos, insultos, exageraciones y violencia de muchos tipos.

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Alberto Linero
Foto: Alberto Linero

Poco ha cambiado el país en este año de gobierno del presidente Gustavo Petro. Algunos nuevos nombres, nuevos discursos, nuevas maneras de trabajar, pero en lo fundamental todo ha seguido igual y me atrevería a decir que en algunos aspectos ha empeorado. Contrario a lo que creía, el proceso de polarización social y política ha crecido. A pesar de excelentes ideas como laPaz Total, la compra de Tierras, esfuerzos que celebro junto a lo que se propone en materia social para generar contextos de equidad para todos los colombianos y colombianas, y aun con la emoción genuina que a muchos nos despiertan ideas de las necesarias reformas anunciadas, la manera concreta como se han planteado y presentado en el legislativo distan de lograr un acuerdo nacional que permita construir procesos.

Lo cierto es que hoy seguimos con una nación fragmentada, que no encuentra cosas que la unan y que les permita existir como comunidad en este territorio concreto. Cada vez se hacen más intensas y pasionales las divergencias ideológicas, políticas y sociales. Desde los extremos se pierde el sentido común, el respeto por el otro, la argumentación como vehículo que haga posible el contacto y exponga ideas se hunde en un fanatismo en el que sólo caben epítetos, insultos, exageraciones y violencia de muchos tipos.

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Es como si el maniqueísmo en el que se hace la política hoy en Colombia exigiera que todo se viera a través de la hipérbole, de la caricaturización que hace imposible encontrar las medidas. En este contexto no me extraña que el centro cada vez se desaparezca más, tal vez teniendo miedo de que se le siga llamando “tibios”, como si la búsqueda del equilibrio fuera un pecado o un delito.

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Creo que el desbaratar la coaliciónde gobierno con la que se inició este período fue un error porque allí se terminó de legitimar la polarización como el medio para la actividad política hoy. Estoy seguro de que es el gobierno el que tiene que buscar esos acuerdos. Para ello hay que bajarle el tono al discurso, hacer actos de generación de confianza. También la oposición tiene que ser más propositiva y no dejar que sea las pasiones las que los muevan. A veces pareciera que tanto unos como otros hablan y actúan para sus “fanáticos” de las redes en donde la razón no tiene cabida, sino que es la violencia verbal la dominante, y sería catastrófico que el desacuerdo, una vez más, aparezca como provocación en las calles y los territorios.

De todas formas, creo en la resiliencia de nosotros los colombianos. En nuestra capacidad de superar las dificultades y encontrar caminos. Creo en las buenas intenciones de los que desde sus liderazgos tratan de construir un mejor país. Me asiste la esperanza de que encontraremos esos puntos de acuerdo que nos permitan empujar el país por caminos de desarrollo, progreso y equidad. Estoy seguro de que somos capaces de generar comunión en medio de las diferencias y plantearnos relaciones de sinergias que nos ayuden a ser felices individual y socialmente.

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