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Viotá, Cundinamarca, se convirtió en un escenario de reconciliación y paz después de la guerra

En las montañas de Cundinamarca, donde en el pasado fue escenario de guerra, ahora es santuario de lo impensable: excombatientes y víctimas del conflicto se han unido para construir un proyecto turístico.

Viotá, Cundinamarca, fue una zona copada por la guerrilla de las Farc, pero hoy en día es un espacio de reconciliación, donde excombatientes, junto a víctimas del conflicto, se han unido para construir un sendero y un proyecto turístico en un cerro que antes era cautiverio de secuestrados.

En las montañas de Cundinamarca, donde el pasado fue escenario de guerra, ahora es santuario de lo impensable: saludos conciliadores y trabajo conjunto entre los que entonces eran víctimas y victimarios.

“Es que uno para no creer en otra oportunidad es el día que se muere, que ya se le acaban las oportunidades. Mientras uno esté con vida tiene oportunidades”, señalo Inés Morales Casallas.

Tras un arduo proceso, víctimas y excombatientes de las Farc lideran ambiciosos proyectos productivos, donde la paz ahora es el corazón.

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“Lo que nosotros queremos también es exportar la paz para otros territorios”, manifestó el excombatiente Luis Castillo.

La Asociación de Turismo Hechos de Paz ha convertido, lo que fue un resguardo de guerrilleros en Viotá, en un gran sendero turístico, donde cada día trabajan de la mano luego de una serie de actos de perdón.

Yo nunca pensé ser papá después de los 50. Mi hija Mara es el futuro que yo quiero y quiero darle un futuro bueno, estudio y las oportunidades que yo no tuve en ese tiempo, pues brindárselas con amor
dijo el excombatiente José Del Carmen Viracachá.

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Luís, Edith y José son solo algunos rostros de liderazgos que entregan noticias positivas. “Si nos seguimos capacitando como reincorporados aportamos a la paz de este país”, expreso Carlos Rodriguez.

Cultivos de lulo de don Venancio, un excombatiente de las Farc, que hoy le pone otro sabor a su vida y no se siente impedido al tener discapacidad visual y no tener una de sus manos ha marcado la diferencia. “En el cultivo le hablo de paz a la gente, a mis trabajadores. A mi me gusta que vengan a ver los cultivos para que vean que estamos haciendo y de esa manera se difunda al resto del país”.

Positiva es la vida de quienes le apostaron a la paz, pues según el Gobierno Nacional, unas 13.000 personas siguen comprometidas en la legalidad demostrando que este es el camino.

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