Ante escándalo en la JEP, la solución no es vender el sofá: opinión de Ricardo Ospina
La columna central del acuerdo que permitió la entrega de armas de Farc se encuentra en el centro de un nuevo escándalo de corrupción.
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La Justicia Especial de Paz afronta uno de los retos más difíciles en su corta existencia, tras revelarse un nuevo caso de corrupción, que pone en entredicho una entidad que no puede darse el lujo de generar dudas sobre su rectitud y honorabilidad.
Por eso, la reacción de la presidenta de la JEP Patricia Linares ha sido contundente, al rechazar primero el viernes en un comunicado y luego ayer en una carta dirigida al polémico fiscal de la Unidad de Investigación y Acusación, Giovanny Alvarez Santoyo, el bochornoso acto de corrupción en el que habría incurrido Carlos Bermeo, funcionario judicial de esa dependencia.
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Linares admite que “el aberrante fenómeno de corrupción que azota al país, mancilló y afectó de manera grave” a la Jurisdicción Especial de Paz, que es ni más ni menos la columna vertebral del acuerdo que permitió la entrega de armas de las Farc.
Alvarez, quien ya había estado involucrado en otras controversias, admitió haber seleccionado y posesionado al fiscal Carlos Bermeo, pero no ha explicado los vasos comunicantes de sectores políticos en la posible influencia para esos nombramientos. (Bermeo ha sido un activo militante del partido Opción Ciudadana, antiguo PIN del Tuerto Gil en Cauca).
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Lo sucedido el viernes es de la mayor gravedad, un fiscal en compañía de un político ya condenado, recibiendo en maletines y en rama 500.000 dólares, es una escena vergonzosa, que de nuevo trae al país el recuerdo de episodios que si bien todavía no han sido catalogados como hechos de corrupción, son repulsivos, asqueantes, como el video de Gustavo Petro recibiendo fajos de billetes en bolsas plásticas.
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La solución a esta terrible realidad no debe ser acabar la JEP, sino llevar a la justicia a todos los responsables de este terrible acto y saber desde dónde se operaba, quiénes están interesados en torcer procesos a favor de Santrich y tratar de blindar a este crucial operador judicial.
La solución no está en vender el sofá, hay que atacar el tema de fondo, así como cuando se capturó al corrupto fiscal Luis Gustavo Moreno no se pidió acabar con la Fiscalía ni cuando se destapó el cartel de la toga, no se enfilaron baterías para acabar con la Corte Suprema de Justicia.
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