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Bendición de parejas del mismo sexo; la Iglesia católica da un paso significativo, pero incompleto

La bondad de Dios y de Jesús no discrimina a las personas, los recibe a todos sin importar la religión, la política o las relaciones sociales, acciones que está tomando la Iglesia católica.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Jesúsdedicó su vida a hacer presente el amor de Dioscon actos concretos. Liberando a las personas y ejerciendo justicia en las relaciones vencía el mal que daña la vida de la gente. Sus actos y palabras entraron en conflicto con quienes sostenían esquemas excluyentes y desiguales en la religión, la política, la economía y las relaciones sociales, que en aquel momento dependían casi exclusivamente de la interpretación que se hacía de los libros sagrados en la tradición hebrea.

De esa tradición se desprendían tantas normas y tantos procedimientos, que muchas personas jamás podían participar activamente de la vida común, porque nunca llegaban a cumplirlos del todo. Jesús rompe con esa rigidez y acoge a todos los que su propia tradición rechaza. Reconociendo eso, es irónico que para las distintas formas de cristianismo y en particular para el catolicismo, la inclusión de personas de distintas condiciones siga siendo un desafío y un asunto tan polémico. Además, el catolicismo por definición y por nombre, tendría que estar abierto a acogerlos a todos y todas, como lo ha recordado recientemente el Papa Francisco.

Parecería que esta semana laIglesia católica ha dado un paso en esa eliminación de las barreras, al autorizar la bendición de parejas del mismo sexo y de parejas en situaciones irregulares en la declaración "Fiducia Supplicans" del dicasterio para la doctrina de la fe. En ella explica que cuando las personas piden la bendición como acto de piedad están mostrando confianza en la iglesia y en su capacidad para ayudarles a encontrarse con Dios y cumplir mejor su voluntad. La declaración insiste en que bíblica y pastoralmente es posible hacer estas bendiciones, sin que eso signifique aprobar esas uniones ni mucho menos equipararlas con el matrimonio. Es un paso significativo, aunque incompleto, pero creo que apunta en la dirección correcta si entendemos que la bondad de Dios se hace presente en comportamientos concretos de acogida y no en prohibiciones rígidas que los religiosos hemos impuesto por encima de las personas.

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