Bienvenida la Filbo: sin leer, solo queda la violencia y la tristeza como respuesta a las tragedias

De las experiencias más placenteras que tengo es leer, y hacerlo al estilo de Ciorán: “Leer un libro por el placer de leerlo… nos enriquecemos, hacemos pasar dentro de nosotros la sustancia de lo que leemos; es un trabajo de asimilación… Considero una maldición tener que contemplar alguna cosa, sea lo que fuere, para hablar de ella. Mirar sin saber que miramos, leer sin sopesar lo que leemos: ése es el secreto”, cierro cita.Por eso, este martes cuando comienza la Feria del Libro de Bogotá, agradezco la posibilidad y el hábito de leer. Leer todo lo que pase por las manos, como el Quijote, que leía los papeles rotos de la calle; o como Gabo, quien según su hijo, se leía hasta las revistas de la peluquería. Con esa conciencia quiero hundirme en el mar de páginas escritas que se expondrán en la FILBO.Mis recomendaciones son diversas: comienzo por “Elefantes en la sala” de Mónica Roa López, quien desde el análisis de su familia, provoca un encuentro con la nuestra y sus temas fundamentales y vedados. También “Memorias para la paz o memorias para la guerra” Las disyuntivas frente al pasado que seremos, de María Emma Wills Obregón, quien expone que solo podremos construir verdadera democracia si aceptamos y vivimos el relato plural de las diversas voces, sin pretender ahogarlas desde la oficialidad.Sigo con “La segunda Primavera” del doctor Santiago Rojas, en donde aborda el tema de la menopausia; y también con el libro de educación sexual para adultos “Revolcadas” de Indira Rodríguez.Por otro lado, “Las lectoras del Quijote” de Alejandra Jaramillo, o “El Peligro de estar cuerda” de Rosa Montero. También “Las mil preguntas” de María Elvira Arango, o el de Felipe Zuleta “Más allá de la familia presidencial”. Y termino con “La desaparición de los rituales” del surcoreano Byung Chun Han.Libros para cada momento y búsqueda existencial. Libros para vivir el placer de viajar a nuevos universos, siempre dispuestos a desaprender y ensayar nuevas maneras, o a confirmarnos en lo que creemos. Sin leer, solo queda la violencia y la tristeza como respuesta a las tragedias de la vida.