Una de estas especialistas, Elisa Fornés García, decía: “Intentan ahorrar en las estructuras y escriben frases inconexas, con falta de conectores”, cierro cita. ¿Es realmente una pérdida o se trata de una transformación de una lengua viva? ¿O nos estaremos comportando como quienes se niegan al cambio? La verdad creo que no, porque es necesario que se les exija a los jóvenes un buen conocimiento de la lengua
Sospecho que esa manera de escribir, típica de quien hace un Marconi, ocasiona que no se sepan presentar clara, argumentada y lógicamente las ideas en una conversación, lo que termina ocasionando incomunicación, y sabemos que ella siempre encuentra en la eliminación o negación del otro su mejor manera de resolver problemas. Pero, además, creo que se genera una gran superficialidad en los diálogos, porque no creo que en medio de estas frases simples y cortas, matizadas por stickers o emoticones, se expresen ideas profundas que muestren la complejidad de los procesos vitales que se están siguiendo. Una vida satisfactoria exige profundidad y comprensión de los otros, quienes siempre, desde su singularidad, ayudan a crecer.
Me niego a que tengamos que aceptar que para preguntar qué estamos haciendo, se termine poniendo un “k asen” con k y sin h, o que la respuesta sea una imagen, porque terminamos borrando de un tajo años de desarrollo humano, de lograr construir conceptos y de asumir unas reglas al comunicarnos.
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