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El mundo solo cambia cuando cambia el interior del ser humano

Tal vez porque vivo de la esperanza, me entusiasmo cuando me encuentro con la invitación que ha hecho el Papa Francisco a una treintena de premios Nobel, así como a personalidades del mundo de la ciencia, la política, el arte y el deporte, para reflexionar sobre la fraternidad humana y cómo "construir un mundo de paz”.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: Blu Radio.

A principios de los años 30, tras la barbarie de la “Gran Guerra”, la Liga de las Naciones le pide a Albert Einstein que consulte a los hombres más brillantes de las ciencias en busca de una manera de evitar los sufrimientos de la guerra, ya que se advertía la posibilidad de otro gran conflicto en el mundo. Einsteinescribe a Freud y le propone una pregunta concreta: “¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra?”

La respuesta del padre del psicoanálisis, recurriendo a su explicación de las pulsiones, me llena de pesimismo: “Nos parece con pocas probabilidades de éxito, sino inútil, el propósito de eliminar las tendencias agresivas de los hombres. Lo ideal sería, desde luego, una comunidad de hombres que hubieran sometido su vida pulsional e impulsiva a los juicios de la razón y sus dictados… Pero una vez más, una esperanza tal es, con muchísima probabilidad, una esperanza utópica”.

Casi termina uno creyendo que es imposible. Pero igual, tal vez porque vivo de la esperanza, me entusiasmo cuando me encuentro con la invitación que ha hecho el Papa Francisco a una treintena de premios Nobel, así como a personalidades del mundo de la ciencia, la política, el arte y el deporte, para reflexionar sobre la fraternidad humana y cómo "construir un mundo de paz”. Seguro habrá muy buenas ideas, pero tengo la sensación de que mientras cada ser humano no resuelva optar por generar comportamientos impulsados por valores como la justicia, la equidad, el respeto, la tolerancia y la solidaridad, todo esfuerzo termina siendo una quimera.

Creo que el camino es personal en un primer momento; creo que el mundo solo cambia cuando cambia el interior del ser humano, cuando su búsqueda fundamental está respaldada por el amor y no por el poder. Creo que es la única oportunidad de dejarnos de matar. Quien busque poder, aunque sea con las mejores palabras e intenciones, siempre será fuente de sufrimiento para los demás. Ojalá las conclusiones de esa reunión en Roma convocada con el Papa aporten un verdadero camino, pero lo dudo.

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