
Experiencia de Alberto Linero en el Carnaval de Barranquilla: catalizador de buena salud mental
Esta fiesta siempre será una ocasión para entender que la vida tiene sentido cuando la disfrutamos y compartimos con los que amamos.

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Una de las diferencias de participar en el Carnaval como un ordenado que no ejerce, que tiene una dispensa de sus compromisos presbiterales, es que puedo estar en medio de la gente en una comparsa.
Sí, ayer vestido de marimonda, con mis compañeros de la Universidad de la Costa, recorrimos la Gran Parada Carlos Franco. Fui feliz bailando por las calles abarrotadas de carnavaleros que se zangoloteaban frenéticamente al ritmo de champetas, reguetones y la tradicional música de Carnaval.
Nada impedía que la serpiente multicolor avanzara repartiendo alegría; ni siquiera el sol ni esa alta sensación térmica que nos hacía sudar a chorros. La organización impecable de nuestra comparsa “Las marimondas de la CUC” procuró porque siempre estuviéramos hidratados. Es tradicional acercarse a los bordillos donde están los espectadores para animarlos con un buen pase de baile, en varias ocasiones lo hice y recibí muchas expresiones de cariño, que me hicieron sentir su inmenso amor.
Me quedan tres enseñanzas claras de esta experiencia:
1. El Carnaval con su alegría se vuelve un espacio en el que se desfoga el estrés que todos tenemos y nos tensiona al llevarnos al límite. Termina siendo un catalizador de buena salud mental.
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2. Es una buena oportunidad para entender que sí podemos juntarnos y construir, sin las limitaciones que los prejuicios nos generan. Ahí bailan pobres y ricos; cultos e ignorantes; uribistas y petristas; ateos y creyentes.
3. Tengo claridad que la influencia en las personas no depende solamente de un título sino de la coherencia y cercanía. Ya no soy el padre Linero, porque no ejerzo, pero sigo siendo el líder espiritual de muchos que me reconocen y me quieren. Eso es un intensifica el compromiso con unos valores y la espiritualidad. Cada foto, cada beso, cada abrazo, cada comentario de nuestro trabajo muestra que siempre que se viva de valores superiores y se muestren en la vida no habrá espacio para el rechazo.
Aquí sigue el Carnaval y seguirá siendo la terapia que desde la creatividad cultural se vive hasta que Joselito fallezca. Esta fiesta siempre será una ocasión para entender que la vida tiene sentido cuando la disfrutamos y compartimos con los que amamos.
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