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¿Por qué roban los ricos?

El dinero no hace a nadie, sino la capacidad de construir una vida memorable.

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Alberto Linero
Foto: cortesía.

Muchas veces he estado en el barrio Villa Campestre de Barranquilla. Tengo varios amigos que habitan allí y en algunas ocasiones participé de celebraciones espirituales en su templo, por eso quedé impresionado con la noticia de que en el conjunto residencial Lomas de Villa Campestre, se detectó la manipulación del registro de energía eléctrica en ocho casas de estrato seis; en este operativo, que se llevó a cabo porla empresa Air-e en compañía de la policía, se descubrió que por lo menos tres de esas ocho casas estaban cometiendo el delito de defraudación de fluidos, y se investiga aun el resto de las viviendas, en las cuales supuestamente se detectaron indicios de este mismo problema.

Me han dicho que la educación y las oportunidades permiten comportamientos más éticos y que es la necesidad la que hace que las personas comentan actos delictivos, pero este tipo de realidades cuestionan profundamente esas ideas. Pareciera más bien que el ser humano está impulsado a permitirse acciones contra la ley, la ética y el bienestar de los demás, encontrando siempre cualquier motivación para cometer delitos; esto quizá explica, muchas veces, que los corruptos sean los que han asistido a las mejores universidades y viven en los estratos más altos.

Como sociedad tenemos que preguntarnos ¿Por qué roban los ricos? ¿Por qué aparentemente son “normales” este tipo de acciones delictivas? ¿Qué valores son los que priman en una sociedad en la que pasan estas situaciones? ¿Cómo esperar que se acabe la corrupción, si en los estratos que se supone más oportunidades y educación tienen, pasan cosas como estas? Siempre se exige una respuesta inmediata de la justicia que haga valer las normas, pero también una respuesta más mediata que permita una educación ética, autónoma, en la que se entienda que actuar desde unos principios, no importa que otros los vean o no, es lo que posibilita un proyecto feliz y duradero en el tiempo; se requieren menos discursos moralistas y más comportamientos ajustados a los valores que nos hacen más humanos. No tengo duda de que el dinero no hace a nadie, sino la capacidad de construir una vida memorable.

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