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Preocupación mundial por las mujeres afganas bajo el yugo de los talibanes

No se puede regir ningún país desde una confesión de fe, cualquiera que sea esta.

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Alberto Linero

Mi profesor de Hermenéutica siempre decía que el problema no es el texto, sino la interpretación. Creo que eso se cumple en lo que hoy está viviendo la sociedad con el tema de las mujeres en el mundo talibán.

Cuando escuché ayer las29 prohibiciones que hacen los talibanes a las mujeres, fui de nuevo a leer el Corán para encontrar las fuentes de esas reglas, y claro, allí no están estipuladas de esa manera. Son interpretaciones que se han hecho de este libro sagrado y de La Sunna, que es una colección de enseñanzas, dichos y aprobaciones del profeta islámico Mahoma y de sus compañeros.

Recordemos que el movimiento talibán es relativamente nuevo. De hecho, las primeras menciones aparecen en la segunda guerra anglo-afgana entre 1878-1880. Pero fue hacia 1994 cuando se conocieron las primeras apariciones del Mulá Omar y sus hombres, para defender al pueblo de intervenciones del enemigo soviético, lo cual le hizo ganar mucha popularidad. La palabra Talibán es el plural de “talib”, que significa estudiante, novicio.

Las prohibiciones son una interpretación bastante ortodoxa y extremista de las enseñanzas del Corán, por ejemplo, en lo de la vestimenta del Sura 33 versículo 59. Por su parte, el Namus, el honor del hombre, es de los valores más importantes del mundo musulmán y algunas prohibiciones del comportamiento femenino están entendidas desde allí, es decir, que el comportamiento de las mujeres no afecte el honor de los hombres de la familia.

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No es fácil para nosotros occidentales, con valores culturales tan defensores de la individualidad y su desarrollo, entender esas situaciones. De hecho, desde mi cosmovisión las rechazo y creo que están mal, porque van en contra de la dignidad y del desarrollo de la mujer, que no es un apéndice del hombre, sino un sujeto de derechos, igual a él. Pero me salta enseguida el tema cultural, y se me crea una gran dificultad: ¿Podemos desde nuestra cultura juzgar esas prácticas y valores? ¿Quién nos da ese derecho? ¿Al hacerlo no estamos imponiendo nuestra visión del mundo?

Me resuenan las palabras de Zabihulla Mujahid, vocero de los talibanes que advierten que la presencia femenina se dará “según sus valores culturales”. Pienso en las historias personales de cada mujer afgana y siento dolor y tristeza, porque se les limitará todo su crecimiento, pero a la vez me queda de enseñanza por qué no se puede regir ningún país desde una confesión de fe, cualquiera que sea.

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Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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