En una conversación detallada sobre las dinámicas digitales en la política contemporánea, el periodista Daniel Pacheco analizó los hallazgos de una investigación de La Silla Vacía acerca del uso de cuentas coordinadas, comúnmente llamadas bodegas, en torno a la campaña del precandidato Abelardo de la Espriella. Sus respuestas permiten dimensionar un fenómeno que, aunque conocido, pocas veces se demuestra con evidencia verificable.
Pacheco inicia reconociendo el valor del trabajo de análisis de datos de su colega Pablo Madrid, quien logró rastrear patrones de comportamiento digital en grupos de simpatizantes del candidato. Según relata, “la investigación muestra que hay una coordinación de varios grupos de cuentas de Twitter, algunos muy grandes, de más de 200 personas, que se mueven en manada para elogiar a Abelardo y atacar a sus contrincantes”. El indicador central de esta coordinación es una plataforma llamada abelardistas.com, donde cualquier persona puede sumarse a grupos de WhatsApp desde los cuales se emiten mensajes que luego se multiplican en redes sociales.
La campaña de De la Espriella niega tener relación con estos grupos, asegura no financiar bodegas y rechaza cualquier señalamiento de tácticas sucias. Sin embargo, Pacheco explica que, aunque no se ha probado un vínculo directo, sí existe “una retroalimentación muy armoniosa entre la posición de la campaña” y la manera en que los militantes reaccionan en redes. El candidato ha optado por no responder públicamente cuestionamientos sobre asuntos sensibles, como su relación profesional con Alex Saab o las preguntas formuladas por Vicky Dávila, pero un conjunto de perfiles coordinados sí lo hace en su nombre.
Aquí radica uno de los hallazgos más relevantes: no se trata necesariamente de bots automatizados, sino de usuarios reales que actúan con patrones sincronizados. Pacheco detalla que estos mensajes presentan “una similitud semántica… lo que indica que les han dicho como digamos esto y todos lo hacen a su manera”. En análisis computacionales, esta semejanza textual es uno de los marcadores típicos de coordinación digital intencional.
Uno de los puntos más preocupantes que revela la entrevista es el efecto intimidatorio de estos ataques. Según Pacheco, la literatura académica demuestra que los comentarios bajo una publicación influyen significativamente en la percepción del mensaje principal. “Si uno ve una publicación de Vicky Dávila y abajo lo que dice es ‘usted es una traidora tres veces’, la gente está predispuesta a sentir que lo que dice surge desde ese punto de vista”, explica. Este mecanismo convierte las secciones de comentarios en herramientas de manipulación emocional y de silenciamiento de voces críticas.
Además, la investigación evidencia momentos donde la coordinación es explícita. Pacheco menciona un mensaje difundido en los grupos de abelardistas.com que instruía: “ya no ataquemos a Vicky o a Pinzón… el enemigo a vencer es Iván Cepeda”. Tras esa instrucción, los datos mostraron un descenso en ataques contra algunos rivales y un aumento notable contra otros. Esta trazabilidad, sostiene Pacheco, permite hablar de una estrategia deliberada y no solo de reacciones orgánicas.
En cuanto a si este fenómeno es nuevo, aclara que sí lo es en magnitud y claridad: “buscamos en otros candidatos y no lo encontramos… en la militancia de Abelardo sí hay algo novedoso”. La escala, coordinación temporal y similitud de los mensajes superan lo observado en campañas anteriores.
El análisis final deja un mensaje de advertencia. Aunque la política digital siempre ha tenido zonas grises, la sofisticación de estas bodegas introduce dinámicas que pueden distorsionar la conversación pública y afectar la competencia electoral. Para Pacheco, este es un fenómeno que el país debe observar con más rigor, pues ayuda a crear narrativas artificiales que moldean la opinión sin transparencia ni responsabilidad visible.