La situación actual en Colombia recuerda viejos fantasmas, pero con nuevas máscaras. Tras el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, el país se encuentra sumido en una oleada de violencia y desconcierto político que ha despertado temores históricos y ha abierto interrogantes sobre la capacidad del Estado para mantener el orden democrático.
La periodista María Elvira Samper, autora del libro 1989, advirtió en una reciente entrevista que “estamos en una situación de mucha confusión… de muchas hipótesis y con un ingrediente adicional que no había en esa época: las redes sociales y las famosas bodegas incendiarias”.
Este nuevo clima de violencia no es idéntico al de finales de los 80, cuando los carteles del narcotráfico desafiaban abiertamente al Estado. Pero Samper no duda en señalar que la amenaza es igual de seria: “Hoy en día la situación es mucho más confusa porque hay violencias, pero sus autores son difusos… estamos lejos de saber de quién se trata”. En lugar de un enemigo claramente identificable como el cartel de Medellín, ahora se enfrentan múltiples actores armados que disputan territorios, economías ilegales y control social.
La crítica de Samper al gobierno del presidente Gustavo Petro es frontal. “¿Dónde está el piloto?”, se pregunta, tras observar un mandatario errático, desconectado y atrapado en discursos “obsesivos” que no ayudan a calmar las tensiones. “Es un presidente muy solo, es obstinado y no parece en control", advierte, y agrega que su discurso tras el atentado fue “de locos”, lleno de referencias incoherentes y sin una condena clara. Esta ausencia de liderazgo efectivo se traduce en parálisis institucional y pérdida de confianza pública.
Una de las afirmaciones más impactantes de Samper es su analogía entre el presente y los años 30 y 40, cuando se eliminaba físicamente al contradictor político. “Seguimos dándole teoría a la violencia como instrumento para obtener poder”, lamenta. Esta práctica de eliminar en lugar de dialogar, según Samper, es uno de los grandes males que impiden la construcción de una cultura política sana.
También lanza una advertencia sobre el papel que están jugando los actores políticos. Tras el atentado, dice, “todo el mundo salió a pescar en río revuelto” y se olvidó de la consigna que debería unirnos: la patria por encima de los partidos. Lo que observa, en cambio, es “una competencia mezquina entre precandidatos, partidos diminutos y agendas personales”.
A pesar de que hoy Colombia tiene instituciones más sólidas que en 1989, como la Fiscalía, la Procuraduría o la Corte Constitucional, Samper es categórica: “Hoy hay más instituciones, pero con un gobierno en desgobierno”. Contrasta con lo que se vivió en el 89, cuando “había gobierno, aunque con instituciones precarias”.
El llamado de María Elvira Samper es claro: detenernos a reflexionar, salir de las trincheras ideológicas y dejar de alimentar discursos de odio. “No podemos seguir en esta espiral de mezquindades”, concluye. En momentos donde el miedo y la incertidumbre crecen, su advertencia resuena con fuerza: la democracia colombiana necesita más cabeza fría, más responsabilidad política y un liderazgo que esté a la altura del momento histórico.