En las comunidades indígenas de Antioquia, mantener viva la cultura no es solo cuestión de memoria, sino de supervivencia. Aunque han tejido procesos organizativos desde sus territorios, los retos persisten. Según un estudio de la Universidad de Antioquia realizado hace dos años, el 30 % de la población indígena mayor de cinco años en el departamento no sabe leer ni escribir, y la cobertura educativa para menores de 14 años no supera el 54 %.
Ante ese panorama, Richard Sierra, quien acompaña procesos organizativos en el Bajo Cauca, explica cómo trabajan para evitar, por ejemplo, que desaparezcan las lenguas maternas.
"Se han generado dinámicas de fortalecimiento al interior de las comunidades en sus procesos organizativos, porque ha habido aculturación y pérdida de la lengua materna. Lo que se ha venido construyendo es, precisamente, la reconstrucción de ese acervo cultural", indicó.
Así como recuperar el idioma es parte del alma indígena, el cuerpo espiritual también es vital, sostenido por la medicina ancestral. En ese aspecto de la salud indígena, el Perfil de Desarrollo Departamental de Grupos Étnicos señala que el 63,7 % de esta población acude a los servicios de salud convencional y solo el 9,4 % utiliza remedios caseros.
Para líderes como Víctor Manuel Rodríguez, esa tensión entre los dos sistemas se resuelve volviendo al espíritu de la medicina tradicional.
"Esto lo hemos venido fortaleciendo a través de las medicinas, porque si no fuera por las medicinas sagradas como el abuelo tabaco, el ambil, el mambe, o el maestro yagé —que también son practicadas por otras culturas en Colombia, pero que han llegado hasta acá—, no sería posible. Es a través del espíritu de la medicina como hemos logrado que cada ser entienda y tome la decisión, porque esto se convierte en un llamado, un llamado de convicción personal", señaló Rodríguez.
Pero estos saberes no se conservan solo en los resguardos. En la ciudad, donde la cultura indígena resiste desde los márgenes, la medicina ancestral, la agricultura y el respeto a los mayores también se reconfiguran. En Medellín, por ejemplo, los cabildos luchan por mantener vivas las costumbres en un contexto marcado por la modernidad, la tecnología y los cambios generacionales, que no se pueden desconocer, pero sí deben ser una oportunidad, según José Adalberto, autoridad del Cabildo Indígena Inga en Medellín.
"No podemos desconocer que también hay un proceso de modernización, que trae cambios y no podemos quedarnos solo en la tradición. Hay que potencializarla en el contexto actual. Eso hemos hecho. Cuando se está en la ciudad, uno siente más orgullo de por qué es tan importante la medicina tradicional, sembrar, respetar a los mayores, reunirse en comunidad y generar espacios para jóvenes y niños", detalló.
En las comunidades indígenas de Antioquia, la espiritualidad, la medicina y los saberes ancestrales no son solo prácticas: son raíces que sostienen la vida frente al olvido. Pero conservar la cultura también exige defender el territorio. En Medellín, por ejemplo, existen ocho cabildos indígenas urbanos reconocidos, donde más de 3.000 personas luchan por mantener vivas sus tradiciones, muchas veces en medio del desconocimiento y la exclusión.