Familiares de Daniela Arias alistan su apoyo desde Santander para la final ante Brasil

En el barrio Buenos Aires, en el sector de Morrorrico de Bucaramanga, la emoción crece con cada hora que pasa. Allí, en una casa donde los colores de la bandera nacional ya decoran las paredes y las camisetas amarillas están listas, familiares y amigos de Daniela Arias, defensora de la Selección Colombia femenina, ultiman detalles para reunirse y acompañarla, aunque sea desde la distancia, en la gran final de la Copa América contra Brasil.Con orgullo y expectativa, tíos, primos, vecinos y conocidos de la jugadora han organizado un encuentro familiar para ver el partido. La reunión es para ellos una muestra de apoyo y una forma de exaltar el camino recorrido por Daniela, quien hoy representa no solo al país, sino a todo un departamento que la vio crecer dentro y fuera de las canchas. Tatiana Arias, hermana de Daniela:“Antes de cada partido, nos conectamos por videollamada con la familia, oramos todos y nos encomendamos a Dios. Para mí, ella ya ganó. Todo lo que ha logrado la hace una campeona sin importar el marcador, y cuando llegue a Bucaramanga vamos a celebrar como se debe”, narró Tatiana.Sus padres, mientras tanto, están acompañándola en Ecuador, viviendo en carne propia cada instante del torneo. Desde allá, han enviado fotos y mensajes que refuerzan el vínculo familiar que siempre ha sido el motor de Daniela.Por su parte, Alexander Spencer Uribe, primer entrenador de Daniela en el Club Balón de Oro, recuerda con cariño y precisión sus inicios en el fútbol competitivo.“Ella llegó con carácter. Su papá quería que jugara de delantera, pero yo le vi otra posición en la cancha y el tiempo me dio la razón. Tuvimos varios roces con el papá por esto y Daniela me decía: 'Entréneme, recójame para yo competir'. Su compromiso era distinto. Siempre destacaba por su liderazgo y nos recuerda con cariño. Cada vez que está en la ciudad, nos visita”, afirmó Spencer.Con cariño, enfatizó que guarda varias camisetas de clubes donde Daniela ha jugado, pues ella se las regala cada vez que regresa a Bucaramanga. "Es una tradición entre nosotros”, dijo con nostalgia.Las calles empiezan a teñirse de amarillo, azul y rojo, y el ambiente futbolero es evidente en diferentes barrios de Bucaramanga y su área metropolitana, quienes ya tienen organizadas reuniones familiares para ver el partido. Y los principales son niños y niñas que hoy sueñan con ver el triunfo de la Selección femenina.