El diseñador industrial colombiano, Omar Marroquín, decidió hace algunos años crear una alternativa más humana y cercana para niños y jóvenes con fibrosis quística, una enfermedad que requiere terapias respiratorias constantes. Su motivación nació de la historia real de Alessandro, un niño que dependía de equipos hospitalarios costosos y restrictivos para poder realizar sus tratamientos.
De esa búsqueda surgió VESTIK, un chaleco terapéutico portátil que convierte la música en vibraciones capaces de facilitar la limpieza de las vías respiratorias. Gracias a esta tecnología, lo que antes era una rutina médica difícil se transforma en una experiencia más autónoma, digna y hasta alegre para los pacientes más jóvenes.
El dispositivo, que ya cuenta con tres prototipos funcionales, integra sistemas de vibración, conectividad musical y materiales sostenibles como biopolímeros impresos en 3D. Con un peso inferior a un kilo, es liviano, ergonómico y puede utilizarse tanto en casa como en cualquier lugar donde el paciente lo necesite.
“Queríamos que los niños pudieran vivir su tratamiento de una forma diferente, sin sentir que estaban atados a un hospital. La música se convierte en el puente entre la terapia y una experiencia más humana”, explica Marroquín, convencido de que el diseño también puede tener un impacto social profundo.
El proyecto no solo responde a una necesidad médica, sino que también representa un ejemplo de innovación con propósito. Por eso, VESTIK fue reconocido como el ganador de la primera edición del James Dyson Award en Colombia, un premio internacional de diseño que impulsa a jóvenes inventores y sus ideas transformadoras.
Aunque el camino apenas comienza, VESTIK ya demuestra que es posible unir tecnología, salud y empatía para mejorar la calidad de vida de cientos de niños con fibrosis quística, llevando esperanza allí donde antes solo había limitaciones.
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