Mujer que murió tras acceder a la eutanasia en Bogotá reveló cómo le dio la noticia a su familia
A lo largo de su vida la joven fue sometida a cuatro cirugías, pero el tumor avanzó a grado 3, maligno y agresivo. Reapareció en ocho ocasiones.
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Ángela Flórez, médica veterinaria de 35 años, accedió a la eutanasia el pasado 10 de noviembre de 2025, luego de más de dos décadas enfrentando un tumor cerebral recurrente y múltiples fallas en el sistema de salud. Su decisión se dio tras la octava recaída de la enfermedad, que deterioró de manera irreversible su movilidad e independencia.
Según contó en entrevista con Vos Podés Podcast, los síntomas comenzaron cuando tenía 12 años, con pérdida repentina de fuerza en su pierna izquierda. Durante ocho años buscó respuestas en el sistema de salud sin obtener un diagnóstico claro. Según relató, varios médicos atribuían sus dolores y desmayos a factores emocionales o de peso. “Decían: ‘Es porque está gorda, baje de peso’”, recordó.
El caso empezó a aclararse cuando, ya en la universidad, un profesor detectó señales inusuales mientras estudiaba fisiología veterinaria. “Tienen que revisarte la cabeza porque tú tienes algo en el cerebro”, le advirtió. Poco después, tras un episodio de parálisis, se confirmó la presencia de un astrocitoma.
A lo largo de su vida fue sometida a cuatro cirugías, pero el tumor mutó a grado 3, maligno y agresivo. Reapareció en ocho ocasiones, una situación que, según especialistas, ocurre cuando las células tumorales no pueden retirarse por completo sin afectar tejido cerebral sano.
La situación de Ángela se agravó en 2022, cuando un nuevo crecimiento del tumor la dejó con discapacidad física permanente. Perdió la movilidad del lado izquierdo del cuerpo y su autonomía diaria. Esta progresión la llevó a solicitar la eutanasia, petición que inicialmente fue negada bajo el argumento de que existían alternativas de tratamiento.
“No hay mucho que hacer porque está creciendo muy rápido y me dejó más paralizada de lo normal. Por eso estoy tomando la decisión de parar este sufrimiento”, explicó.
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Un día antes de acceder al procedimiento, Ángela concedió la entrevista desde su casa. “Es agotador pensar que mi vida es una pelea constante contra el sistema de salud”, afirmó.
Relató, además, el impacto de depender de múltiples medicamentos para controlar dolores crónicos, entre ellos migrañas y neuralgia, y denunció errores en su atención, como una irradiación que calificó como innecesaria.
Sobre el proceso de avisarle a su familia, Ángela reveló que las primeras personas que supieron fueron su mamá, su tía y su hermana. “Ha sido muy duro para todos. También hay un tabú en creer que el paciente es la única persona que sufre, cuando también sufren los familiares, los amigos, ese núcleo, ese tejido, esa red de apoyo. Ellos también sufren”, recordó.
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“Les cuento mi decisión y ellos me han apoyado en todo este proceso. Realmente nunca me he sentido juzgada; me he sentido muy apoyada para tomar esta decisión, porque ellos han acompañado todo el proceso. Lo han sufrido conmigo también, así que me he sentido bastante acompañada”, aseguró.
En su despedida pidió ser recordada por su amor hacia los animales y dejó una última solicitud: que quienes la apreciaban se vistieran de colores y llevaran comida para perros y gatos a una fundación. “No sean indiferentes ante el sufrimiento de esos seres tan vulnerables a los que hemos abusado por siglos”, expresó.