El sector de la medicina regenerativa celebró esta semana un hito que promete transformar el tratamiento de la ceguera corneal. Un paciente que había sido declarado legalmente ciego recuperó la visión tras recibir, el 29 de octubre, un implante de córnea producido íntegramente en un laboratorio mediante tecnología de impresión 3D. El procedimiento, realizado en el Centro Médico Rambam de Haifa, es considerado el primer trasplante plenamente exitoso de una córnea funcional fabricada mediante bioingeniería.
El implante fue desarrollado por la empresa de biotecnología Precise Bio, que logró imprimir una córnea utilizando células humanas procedentes de tejido donado. El resultado es un dispositivo diseñado para reproducir tanto la transparencia como la resistencia mecánica de una córnea sana. El trasplante se efectuó en uno de los ojos del paciente y, de acuerdo con los especialistas, logró integrarse rápidamente adoptando la forma natural del tejido original.
El profesor Michael Mimouni, quien dirigió el equipo quirúrgico, describió el momento como “histórico”, asegurando que nunca antes se había demostrado que un órgano ocular creado en laboratorio pudiera devolver la vista. “Asistimos a un avance que redefine las posibilidades de la oftalmología moderna. Es la prueba de que un futuro sin largas listas de espera por tejido donado es posible”, afirmó. El especialista subrayó que esta innovación podría evitar que miles de personas vivan en la oscuridad debido a la escasez global de córneas disponibles.
La compañía desarrolladora detalló que uno de los mayores logros del dispositivo es su compatibilidad con el instrumental de trasplante tradicional. Esto significa que los cirujanos pueden manipular la córnea impresa de forma similar a una córnea humana, sin necesidad de alterar los procedimientos en quirófano. Además, el diseño permite una criopreservación más prolongada, lo que facilitaría su transporte y almacenamiento en bancos de tejidos y hospitales de distintos países.
El proyecto persigue no solo mejorar la precisión óptica y reducir las complicaciones posoperatorias, sino también ofrecer una alternativa reproducible y escalable frente a la creciente demanda global de tejido ocular. Actualmente, millones de personas padecen ceguera corneal y dependen de donaciones que no siempre alcanzan para cubrir las necesidades mundiales.
Los primeros datos sobre la eficacia a medio plazo se evaluarán a los seis meses del procedimiento, pero tanto Precise Bio como el Centro Médico Rambam confían en que este sea apenas el comienzo de una nueva generación de implantes personalizados. Si los resultados se confirman, el modelo podría replicarse a gran escala y abrir la puerta al desarrollo de otros tejidos oculares creados mediante bioimpresión.
Este trasplante no solo representa un triunfo tecnológico, sino también una señal esperanzadora para quienes esperan una oportunidad de recuperar la vista. Como resumió Mimouni, la posibilidad de fabricar tejido ocular viable “lo cambia todo” y marca el inicio de una era en la que la ceguera corneal podría dejar de ser una condena permanente.