El lugar perfecto en Palomino, La Guajira, para hacer yoga y meditación
Palomino se ha convertido en uno de los destinos más elegidos en Colombia para retiros de bienestar y reconexión interior. Conoce el lugar ideal para vivir esta experiencia.
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Palomino, en el norte de La Guajira, dejó de ser un destino solo para mochileros y amantes del surf. Hoy, esta playa salvaje y espiritual atrae a viajeros de todo el mundo que llegan en busca de algo más profundo: la pausa que la rutina no permite, el equilibrio que la ciudad arrebata.
Cada mañana, antes de que el sol se alce del todo, un grupo de personas se reúne en silencio frente al mar. Sobre una tarima de madera, colocan sus tapetes mientras el murmullo de las olas reemplaza al canto de los mantras.
A medida que los primeros rayos iluminan la arena, los cuerpos comienzan a moverse en sincronía, guiados por una voz suave que invita a respirar, soltar, sentir.
La práctica es profunda y silenciosa. No hay nada más alrededor que el sonido natural del Caribe, el aroma del coco y el viento limpio que baja desde la Sierra.
Suelen durar entre tres y cinco días, con una rutina que combina meditación al amanecer, sesiones de yoga, baños en el río Palomino, alimentación consciente y momentos de contemplación.
En las noches se organizan círculos de palabra, rituales con fuego o temazcales que ayudan a liberar tensiones emocionales. Quienes vienen buscan sanar, calmar la mente o simplemente desconectar para volver a sentir.
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Uno de los espacios que mejor resume esta experiencia es el Hotel Chiniu, lugar cuidadosamente diseñado para cultivar la serenidad.
Su arquitectura, abierta y minimalista, permite que el entorno haga parte de la rutina diaria: practicar yoga en la terraza con vista al mar, descansar en una hamaca bajo los árboles o meditar al atardecer con el sonido del oleaje.
“La energía aquí es distinta. La gente llega cansada, agobiada y al tercer día ya respira diferente. El mar, el silencio, la montaña y el calor humano hacen que la experiencia sea única", expresó Kelly Vásquez, directora comercial del Hotel Chiniu.
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Es posible meditar con los pies descalzos sobre la arena, practicar bajo una cabaña con vista al mar o flotar en la piscina mientras se escucha el canto de los pájaros.
Cada detalle está pensado para permitir la pausa: desde la arquitectura de los espacios hasta los alimentos, preparados con equilibrio y respeto por el cuerpo.
Puede costar desde $850.000 por persona, incluyendo alojamiento, alimentación consciente y participación en las actividades de meditación, yoga y talleres.
Para quienes no forman parte de un grupo, el hotel también ofrece pasadías relajantes y masajes frente al mar.
Esta cerca de otros destinos como el Parque Tayrona, Ciudad Perdida, el Cabo de la Vela o los caseríos indígenas.
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Palomino se confirma como ese lugar donde uno puede llegar sin saber muy bien qué busca y terminar encontrando algo más valioso que una postal bonita: la posibilidad de volver a uno mismo.
Aquí, el yoga no es solo una práctica física, es una experiencia de vida. La meditación no es solo silencio, es un reencuentro. Y la playa, más que un destino, se vuelve un refugio.