"Narrar la violencia", editorial de Ana Cristina Restrepo
En el Editorial de este miércoles en Vive Medellín, Ana Cristina Restrepo habló sobre la violencia contra las mujeres.
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Este es el Editorial de Ana Cristina:
Con el titular “Mujer fue asesinada en Medellín por su novio celoso”, la prensa abrió el relato sobre los hechos referidos al asesinato de una joven que celebraba su llegada a la mayoría de edad.
El compañero sentimental de la víctima, vecina del barrio Tejelo, le disparó. De acuerdo con el reporte de la secretaría de Seguridad, la agredida ingresó en la madrugada del viernes pasado al Hospital La María, centro asistencial donde falleció.
El comandante operativo de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, coronel José Contreras, dijo que el crimen estaría movido por “temas pasionales”. El novio después se quitó la vida.
El crimen de esta joven es la muerte violenta número 40 en Medellín en lo que va corrido del año 2017. Fue el segundo caso similar en menos de una semana: el 30 de enero, en el corregimiento Altavista, otra mujer de 25 años murió también a manos de su pareja.
No vamos a reiterar las cifras locales de feminicidios ni de violencia doméstica ni a recordar que el propio hogar es el lugar más peligroso para las mujeres de Antioquia. Tampoco se trata de discutir en torno a si son los hombres o las mujeres los que agraden más a sus parejas. Solo pensemos en la manera en que los periodistas relatamos los hechos: cuando decimos que un asesinato es la consecuencia de algo, lo estamos justificando. Es decir, si nos referimos al “novio celoso” como causante de la muerte, implícitamente le estamos dando la razón al agresor para cometer el crimen, de alguna manera estamos afirmando que la mujer le dio motivos para estar celoso, como si ella hubiera provocado su desgracia, como si la hubiera buscado.
Si examinamos las noticias sobre los jóvenes en las comunas más vulnerables de la ciudad, los titulares de prensa son similares: porno miseria que busca estigmatizar, perpetuar el ciclo de odio e infortunio al que han sido sometidos estos muchachos.
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No más relatos de “crímenes pasionales” ni de justificación de la barbarie. Con nuestros titulares y manera de narrar no solo estamos revictimizando a quien ha padecido la violencia sino que estamos alargando el ciclo de la agresión, del odio como expresión cultural.