"¿Debe renunciar la Ministra de Educación?": editorial de Ley del Montes
Editorial de Óscar Montes en Vive Barranquilla, agosto 11.
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Las marchas organizadas por padres de familia, rectores de colegios, Iglesia Católica e iglesias cristianas, en contra de la ministra de Educación, Gina Parody, por considerar que desde su despacho se puso en marcha la aplicación de una especie de “nueva ideología de género” en las escuelas del país, llevaron el debate al plano que menos le conviene al gobierno de Juan Manuel Santos: el político.
En efecto, lo que debería ser un debate profundo que permita avanzar en la revisión de los manuales de convivencia de los colegios del país, por orden expresa de la Corte Constitucional, terminó en un tinglado en el que lo que menos se oyen son argumentos y lo que más aflora son los resentimientos y la discriminación.
La ministra Parody –llamada a manejar la controversia con altura, no sólo por estar al frente de la cartera de Educación, sino por su reconocida condición de líder de la comunidad Gay- terminó desbordada por la situación, hasta el punto de que hoy por hoy el asunto se le volvió inmanejable. Ya la Ministra no está en capacidad de ofrecer soluciones, pues ahora ella es parte del problema.
Y es un problema para el gobierno de Juan Manuel Santos porque su permanencia en el cargo pone en peligro el Plebiscito de la Paz, que es la herramienta que le permitiría al Presidente ponerle el broche final a la negociación con las Farc en La Habana.
Las mutitudinarias marchas de ayer en todo el país, especialmente en la Región Caribe -y de manera particular en Barranquilla- no fueron organizadas por el Centro Democrático, que orienta Álvaro Uribe, principal opositor a los diálogos con las Farc. El uribismo se sumó a las marchas y terminó pescando en el río revuelto, cuyas aguas agitó la propia Parody.
Es probable que muchas de las personas que marcharon estuvieran dispuestas a apoyar el Plebiscito de la Paz. Pero ahora el escenario cambió: su respaldo al Plebiscito estará supeditado a la salida de la ministra Parody, pues consideran que su permanencia en el cargo no es prenda de garantía para la educación que ellos quieren para sus hijos.
Después de las marchas de ayer, el presidente Santos quedó en la encrucijada de dejar a la ministra en el cargo o tener que prescindir de sus servicios. Parody no sólo es de su partido político, sino que se trata de una vocera reconocida de la comunidad Gay, que –a su vez- no dudaría en calificar su salida como “un castigo” por haber tenido el valor de plantear un nuevo modelo educativo en las escuelas del país. Santos tiene la última palabra y no puede seguir guardando silencio.