Negociar con el ELN, tarea del próximo Gobierno: Columna de Óscar Montes
El panelista Óscar Montes habló sobre los diálogos de paz entre el ELN y el Gobierno de Santos.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Está visto por sus hechos, que el ELN no tiene ningún interés en negociar la paz con el Gobierno de Juan Manuel Santos. Su comportamiento tanto en la mesa de diálogos de Quito como en buena parte del territorio nacional así lo indica.
El ELN ni tiene vocación de paz ni cree que llegó la hora de buscar una salida política al conflicto. Todo lo contrario: le apuesta a la guerra.
El ataque a un convoy militar en Norte de Santander, donde murieron cinco soldados y otros nueve resultaron heridos, muestra las verdaderas intenciones de ese grupo guerrillero.
El ELN ha utilizado la generosidad del gobierno de Santos para fortalecerse militarmente. Es un hecho que su número de combatientes ha crecido, así como su presencia en varias zonas del país.
Lea también: ¡Liberen a la Autónoma! Columna de Óscar Montes
Tanto es así que según las autoridades, este grupo guerrillero ocupa hoy los espacios que fueron abandonados por varios frentes de las Farc. Todo ello mientras dialoga con el Gobierno.
Cuando faltan tan pocos meses para terminar su gobierno, es muy poco lo que Santos puede avanzar en la negociación con el ELN.
Publicidad
Por más voluntad de paz que tengan sus negociadores, es evidente que el ELN está pensando más en el nuevo presidente que llega a la Casa de Nariño en Agosto que en el que está de salida.
Todas las acciones terroristas que realiza el ELN, en especial las de los últimos meses, tienen la pretensión de demostrarle al nuevo gobierno una fortaleza militar de la que carece.
Para no hablar de su nula influencia política. Mientras tanto aprovecha la mano tendida de Santos para robustecerse.
Publicidad
El nuevo gobierno tendrá que decidir qué pasará con el ELN: persistir en un diálogo inoficioso, que es utilizado por ese grupo guerrillero para tratar de fortalecerse, o iniciar una gran ofensiva militar contra sus jefes y principales cabecillas, que los obligue a sentarse en la mesa a negociar en serio su desmovilización.
No hay más caminos. Está visto que el tiempo de la paz del ELN con Santos ya pasó, así lo indican sus actos de terror.