El pasado 3 de septiembre, Mauricio Vargas, de 33 años, fue asesinado en Ibagué presuntamente por la expareja de su novia. El hombre, descrito por su familia como trabajador, noble y reservado, laboraba como jardinero y era el menor de sus hermanos.
El ataque ocurrió en un punto de paso obligatorio para la víctima, donde el agresor habría aprovechado su rutina para interceptarlo. Según relató Hernando Vargas, hermano del fallecido, a Conducta Delictiva, la familia había identificado señales de alerta en la relación que Mauricio inició con una mujer de 30 años, vecina del sector, y en el comportamiento violento del exesposo de ella.
Mauricio conoció a la mujer en enero, poco después de que ella llegara al barrio con su entonces esposo y dos hijos. Según la familia, la mujer le contó que vivía una relación “muy tóxica”, mientras que el hombre era reconocido en la zona por su carácter celoso y agresivo. Hernando le advirtió a su hermano que la situación era riesgosa: “Pilas Mauricio, no vaya a estar ahí porque es complicado, eso es un problema”.
A pesar de las advertencias, Mauricio minimizó el riesgo y aseguró que “no pasa nada”. Durante la relación, la familia notó comportamientos inusuales, como el retiro de 6 millones de pesos de sus ahorros y la compra de un computador para la mujer, lo que generó sospechas sobre un posible aprovechamiento económico.
La situación escaló cuando el exesposo se enteró de detalles de la vida de Mauricio. Una vecina del sector, enamorada de la víctima sin ser correspondida, se habría aliado con el agresor y le entregaba información diaria sobre sus movimientos. Según la familia, el hombre lanzó una amenaza directa,
El presunto agresor incluso intentó atacarlo con una peinilla en un primer intento fallido y habría ofrecido $200.000 a un joven consumidor del barrio para que le propinara una golpiza. La mujer también interpuso una demanda de alejamiento contra su ex, y le sugirió a Mauricio irse a vivir con un hermano ante nuevas amenazas: “Yo a ese tipo lo voy a matar o no sé qué sucede”.
De acuerdo con su hermano, el atacante estudió la rutina diaria de Mauricio y sabía que al mediodía debía pasar por un punto específico para dirigirse a su almuerzo y luego visitar a su novia. El 3 de septiembre presuntamente llegó al lugar con anticipación, esperó más de media hora mientras bebía cerveza y se ubicó junto a unos reductores de velocidad para obligar a la víctima a disminuir la marcha.
Cuando Mauricio pasó en motocicleta, el hombre lo interceptó y lo atacó con un machete afilado que, según la familia, alcanzó a romper el casco por la nuca. Una trabajadora de aseo aseguró, dijo su hermano, haber visto al agresor correr con el arma en la mano tras la agresión.
La novia de Mauricio fue quien alertó a la madre de la víctima mediante un mensaje de WhatsApp: “Fernando mire, Mauricio, Dios mío”. Tras el crimen, la mujer desapareció del sector por temor a las reacciones y posibles represalias.
El presunto homicida fue capturado el 4 de septiembre mientras huía hacia una finca. En medio de su detención, habría contactado nuevamente a su excompañera sentimental para amenazarla, diciéndole que se había salvado porque “a usted también la iba a matar”.