Es común encontrar venezolanos en las calles de Medellín vendiendo dulces, lapiceros o comida. Leonardo Ponce, por ejemplo, trabaja con accesorios para celulares. Asegura que dejó de vender arepas venezolanas porque le estaban cobrando vacunas y no había con qué pagarlas.
En el centro de Medellín, El Poblado o en algunos casos en el occidente de la ciudad, los venezolanos se la rebuscan. Según Wilson Patiño, director regional a Migración Colombia, llegaron varios de ellos denunciando extorsiones.
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Entre 5 y 10 mil pesos diarios sería el cobro que algunos combos delincuenciales están haciendo a los venezolanos de manera ilegal para poder trabajar en ciertos puntos de la ciudad.