Nueva York recordó este jueves a las cerca de 3.000 víctimas de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, así como a los fallecidos en el ataque al World Trade Center de 1993. En el acto anual, reservado para familiares y autoridades, se mencionaron los nombres de las víctimas y se guardaron minutos de silencio en su memoria.
El Memorial del 11-S, hoy convertido en uno de los lugares más visitados de la ciudad, permaneció cerrado al público en medio de estrictas medidas de seguridad. En el lugar donde antes se levantaban las Torres Gemelas se ubican ahora dos estanques conmemorativos y un museo que rinde homenaje a quienes perdieron la vida.
En medio de la conmemoración, Blu Radio conoció el testimonio de José Nieves, teniente de operaciones especiales del Cuerpo de Bomberos de Puerto Rico, quien viajó a Nueva York poco después de los atentados para sumarse a las labores de rescate.
“Estaba de vacaciones cuando recibimos la llamada de que debíamos reportarnos con equipo porque íbamos a apoyar en la misión hacia Nueva York”, relató. Al llegar, recuerda la devastación: “Primero, no creer que eso estaba sucediendo; segundo, ver esos dos edificios hechos pedazos, escombros en esa área. No podía creer que una ciudad tan equipada y entrenada en emergencias necesitara de nuestro apoyo”.
Nieves compartió uno de los recuerdos más impactantes de esa experiencia: “No llegamos a encontrar cuerpos completos, solo pedazos. En una ocasión encontramos un torso sin brazos, sin piernas, sin cabeza, y la única forma de sacarlo fue incrustar una herramienta para poder halarlo. No había otra manera”.
El bombero también recuerda la solidaridad de la gente: “Muchos puertorriqueños nos abrían las puertas de sus casas o negocios, nos invitaban a comer, nos ayudaban a lavar la ropa. La gente en la calle, al ver que eras bombero, te daba paso, te reconocía”.
Finalmente, hizo un llamado a que las nuevas generaciones mantengan viva la memoria de quienes entregaron su vida aquel día: “Que recuerden que esas personas fueron allí sin saber que no iban a regresar a sus casas, que dieron lo mejor que tenían, su vida, por ayudar a otros. Lo hicieron de manera genuina y desinteresada, cumpliendo con su juramento”.