En 2030, Leticia se quedará sin el río Amazonas: lo que está en juego por caso isla Santa Rosa
El profesor Santiago Duque explicó que, año tras año, el río Amazonas se aleja cada vez más de Colombia. "Nadie ha hecho nada", dijo.
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A menos de cinco años del 2030, la ciudad de Leticia enfrenta una amenaza que podría redefinir su vínculo con el río Amazonas: la pérdida de acceso directo al principal afluente del continente. El profesor Santiago Duque, coordinador del Laboratorio de Gestión de Humedales de la Universidad Nacional en la sede Amazonía, advierte que el conflicto limítrofe entre Colombia y Perú por la isla Santa Rosa no es el eje real del problema. En entrevista con Mañanas Blu, con Néstor Morales, el académico sostuvo que el flujo del Amazonas se está desplazando hacia el brazo peruano del río, dejando sin caudal los canales colombianos.
“Según un modelo hecho por la Armada Nacional de Colombia en 2018, en el año 2030 Leticia perderá completamente su acceso al Amazonas. Ya solo el 19% del caudal pasa por Colombia; en 1993 era el 30%”, explicó Duque. La situación no es producto de una disputa diplomática, sino de una transformación geográfica natural que ha sido ignorada por el Estado colombiano durante más de dos décadas. El proceso morfológico del río, caracterizado por la sedimentación y creación de islas de cauce, ha alterado de forma radical la hidrodinámica del sector fronterizo.
La explicación del profesor Duque apunta a un proceso inevitable en los grandes ríos. “Cuando un río fluye más lento, deposita sedimentos. Esos sedimentos forman playas, luego vegetación, luego islas”, detalló. Desde hace más de 40 años, el Amazonas empezó a correr con más fuerza por la ribera peruana y redujo la velocidad en el lado colombiano. Como resultado, los brazos colombianos comenzaron a colmatarse de sedimentos, que ahora bloquean el paso del agua durante gran parte del año.
Este fenómeno no es exclusivo de la isla Santa Rosa, sino que afecta a más de cinco islas nuevas que han emergido en los brazos colombianos. “Hay una nueva geografía. El río ha cambiado completamente desde que se firmó el tratado fronterizo en 1922. Hay que actualizar esa mirada y sentarse a dialogar, no solo a reclamar”, insistió Duque.
De continuar esta tendencia, Leticia quedaría aislada del río durante ocho o nueve meses del año. Esto afectaría no solo el transporte fluvial —único medio de comunicación para muchas comunidades—, sino también sectores como el turismo, el comercio binacional y la pesca. La ciudad, capital del departamento del Amazonas, depende en un 100% del acceso al río para su economía y sostenibilidad ambiental.
“Leticia sin río es una ciudad sin alma. El impacto será total: económico, social, cultural y ambiental”, advirtió Duque.Actualmente, los únicos momentos del año en los que el caudal colombiano recupera algo de vida son durante los picos de inundación en abril, mayo y junio. El resto del año, los leticianos deben cruzar a Tabatinga (Brasil) o a Santa Rosa (Perú) para acceder al Amazonas.
A pesar de las tensiones diplomáticas actuales entre Colombia y Perú sobre la soberanía de la isla Santa Rosa, Duque es claro en señalar que la causa del problema no es la isla en sí, sino los procesos sedimentarios que alteran la morfología del río. “La isla Santa Rosa no se está moviendo ni desplazando como tal. Cambia su forma, pero no es el origen del conflicto”, explicó.
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Además, el académico aclaró que la percepción de la isla como territorio disputado puede estar basada en mapas y tratados antiguos que no reflejan la nueva dinámica del río. “Lo que existe ahora es una reconstrucción geográfica completamente diferente a la que existía cuando se firmó el tratado fronterizo”, sostuvo.
Desde hace más de 15 años, el Instituto Nacional de Vías (INVÍAS) conoce una propuesta técnica que podría mitigar la situación: un dragado y obras en el canal de Nazaret, ubicado 20 kilómetros aguas arriba de Leticia. Esta acción permitiría redirigir parte del caudal hacia los brazos colombianos. Sin embargo, ningún gobierno ha ejecutado dichas obras.
“Desde 2007 existe una solución sobre la mesa. No se hizo entonces y hoy costará más, pero todavía se puede actuar”, reclamó el investigador. El dragado es una medida costosa, pero factible si existe voluntad política y cooperación binacional. Duque también sugiere que Brasil podría actuar como garante en una futura mesa de negociación entre Colombia y Perú, dado su papel geográfico y diplomático en la triple frontera.
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La entrevista concluyó con un llamado claro a los gobiernos de Colombia y Perú para que abandonen la confrontación discursiva y apuesten por el diálogo técnico basado en evidencia científica.
“No se trata de pelear por una isla. Se trata de entender que el río ha cambiado, y sobre esa base, construir acuerdos que beneficien a ambos países”, concluyó Duque.