Esa Navidad la viví con los afectados: rescatista que apoyó labores de búsqueda en Armero
Los primeros reportes de la tragedia se empezaron a conocer vía radio.
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En la conmemoración de la tragedia de Armero, desde el Quindío los rescatistas y supervivientes también recuerdan a las más de 30.000 víctimas que dejó esa catástrofe.
La noche en que el Volcán Nevado del Ruiz tuvo su erupción el 13 de noviembre de 1985, Liz Amaya estaba tan cansada que se acostó con el uniforme de educación física.
Liz Amaya es coach ontológica, pero en la época de la erupción era estudiante de bachillerato y estaba por graduarse. En sus recuerdos, dos avalanchas la arrastraron y la sacaron de su casa.
Ella sufrió delicadas lesiones después de las avalanchas, en especial, en su pierna derecha.
Pensando que iba a morir, sus improvisados rescatistas la dejaron entre una pila de cadáveres y barro varios días.
"Me arrastraron hasta la orilla y un señor me toma en brazos y su mano izquierda se posa en mi pierna derecha, que había perdido todo el tejido desde la mitad del muslo hasta la mitad de la entrepierna y queda solo huesos y tendones. Todos empezaron a mirarme y todos dedujeron que yo moría, entonces, me cojen de los brazos, uno; y los otros de las piernas y me dejan muy cerca a la pila de cadáveres que ellos empezaron a hacer. Y ahí, fue donde permanecí cuatro noches y cinco días esperando un rescate", así lo reveló Liz.
En la noche se empezaron a conocer los primeros reportes en la radio sobre la tragedia.
Atento a la información estaba Giovanny Alzate, rescatista de la Cruz Roja en 1985. Hoy es su director ejecutivo en el Quindío.
Después de ser enviado a la zona de la emergencia, él recuerda como las víctimas que rescataron llegaban quemadas por restos de lava ardiente del volcán:
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"Y siempre, lo que más me impactó, fue ver los quemados bajó un lodo caliente del Ruiz y quemó mucho la gente. La gente estaba con quemaduras muy graves, los que habían sobrevivido y que se habían llegaban al helipuerto, donde había un hospital de campaña, donde estuvimos trabajando. Ahí estuvimos casi más o menos 6 días y luego ya nos relevaron", recordó Alzate.
En el mismo grupo de rescatistas quindianos iba Alberto Rosas Londoño, un técnico operativo de la Defensa Civil en el Quindío.
Junto a 90 especialistas más llegaron a apoyar las labores de rescate de los damnificados, los heridos y los muertos de la erupción del nevado del Ruiz en Armero, Tolima desde el 14 de noviembre hasta febrero de 1986.
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"Esa Navidad para mí pues la viví allá con los afectados y todo lo demás o sea nosotros hicimos un buen trabajo en relación a las labores de búsqueda y rescate y posteriormente ya como a eso de los 15 ó 20 días, entonces ya empezamos la misión de administrar un albergue", contó Alberto a Blu Radio.
Al enterarse de la avalancha de Armero en los noticieros de televisión, Wilson Correa, en ese momento presidente del Sindicato de trabajadores de Empresas Públicas de Armenia, no dudó en comunicarse con el gerente de la época Luis Javier Hoyos Osorio para apoyar a los afectados de la catástrofe.
Wilson, junto a dos compañeros, de los cuales apenas recuerda el apellido de uno y el remoquete del otro, viajó a Ibagué para reabastecer combustible en el batallón Rooke de Ibagué.
Por las condiciones técnicas del vehículo en el que viajaron, su utilidad en la atención de los afectados por la avalancha fue vital.
En medio de la atención, Wilson siempre recuerda un episodio que vivió con una mujer en estado de embarazo:
"Me agarré a gritar: médico, médico, médico, medico y yo sacando la criatura y llegó un médico de ahí mismo, la atendió en su momento ahí y se llevó el niño. Yo me quedé lavando a la señora y acabándola de organizar, se había muerto la señora", recordó Wilson.
Él dice que esta fecha le revive un trauma que lo ha acompañado desde entonces, pero también el recuerdo del servicio que se le prestó a miles de afectados durante tres días de noviembre de 1985.