El Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC) expresó su profunda consternación por la recomendación del Comité de Expertos en Farmacodependencia (ECDD) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de mantener la hoja de coca en la Lista I de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes. La decisión será presentada ante la Comisión de Estupefacientes de la ONU, en Viena, los días 4 y 5 de diciembre.
El IDPC cuestiona que esta resolución se base en estudios con sesgos históricos y raciales que desconocen la importancia cultural, religiosa y medicinal de la hoja para los pueblos indígenas andinos y amazónicos. A pesar de un año de evaluación científica, el Comité descartó su uso terapéutico y minimizó los derechos de las comunidades a preservar sus prácticas tradicionales. Agricultores y representantes indígenas recordaron que “la hoja de coca ha sido un elemento fundamental de nuestras culturas durante milenios” y denunciaron que su criminalización “afecta nuestra identidad y derechos humanos”.
La organización advierte que presiones políticas, en especial desde Europa, pudieron influir en la decisión, aunque recuerda que la hoja, en su forma natural, no implica riesgos para la salud ni relación directa con la cocaína, cuya producción requiere procesos químicos complejos.
Desde Colombia, Javier Flórez, director de Conflicto y Seguridad de la Fundación Ideas para la Paz, calificó la decisión como “previsible, pero un revés” para el país. Según explicó, “mantener la clasificación actual limita la posibilidad de desarrollar usos tradicionales y alternativos de la hoja de coca y prolonga el control de actores armados sobre la cadena ilícita”.
El IDPC hizo un llamado a los gobiernos a impugnar la recomendación y avanzar hacia un enfoque de salud pública, desarrollo rural y respeto a los derechos indígenas, desmontando el legado colonial del sistema internacional de fiscalización de drogas.