Las guerrillas están en vía de extinción en el mundo, el “romanticismo” que tenía la posibilidad de buscar cambios en la sociedad combinando todas las formas de lucha, incluyendo la armada, hoy no es aceptada, de hecho, se ve con desprecio por parte de los ciudadanos.
Por eso resulta llamativo que en Colombia sobreviva un grupo guerrillero como el ELN con casi 50 años de antigüedad, que todavía cree posible llegar al poder a través de las armas, con una miopía notoria, incapaz de leer la vida moderna y el repudio de las comunidades que dicen defender pero que victimizan diariamente.
El máximo cabecilla del Ejército de Liberación Nacional, ‘Antonio García’, desde la comodidad de su exilio dorado en Venezuela, usa Twitter como trinchera y desde esa tribuna, que inexplicablemente sigue teniendo disponible, dispara ideas absurdas como la justificación del atentado en el que fueron asesinados nueve soldados en El Carmen, Norte de Santander, diciendo que a ellos también el Estado les ha provocado bajas sensibles.
El talante del máximo jefe del ELN pone en serias dudas la verdadera voluntad de paz de ese grupo guerrillero, por eso es clave la reunión de hoy, del presidente Gustavo Petro con su equipo negociador y los países garantes para sentar una posición firme exigiendo a esa guerrilla que respete el Derecho Internacional Humanitario y que se comprometa con un cese del fuego.
El país está cansado de la violencia del ELN, por eso ese grupo debe decidir con plena claridad si está dispuesto a dar un paso hacia la paz para defender en democracia sus ideas o si pretende terminar su espiral de degradación para convertirse en una simple banda criminal que vive del narcotráfico.
Escuche la opinión de Ricardo Ospina:
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